Los dolores de María – gracia y gloria para todos

De los Escritos de Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”:

El motivo de la aflicción de María.

Continuando mi estado de privación, esta mañana parece que Lo he visto un poco, junto con la Reina Madre, y estando Jesús con la corona de espinas, se la he quitado, compadeciéndolo; y mientras lo hacía me ha dicho: “Compadece también a mi Madre, porque siendo mi padecer el motivo de sus dolores, compadeciéndola a Ella, Me compadeces a Mí”. (4°, 5-4-1901)

La Divina Voluntad quiere despertar al hombre del sueño del querer humano para que sienta en sí mismo palpitar de la Vida Divina

Jesús a Luisa: “Hija mía, (…) Nosotros, mientras formabamos la naturaleza del hombre, antes de infundirle la vida, hacíamos como un padre o una madre cuando duerme su hijo: movido por ternura y amor irresistible anhela, besa y estrecha a su seno al hijo que duerme, y el hijo, como duerme, no sabe nada. Si supieras, hija mía, cuántos besos, cuántos abrazos amorosos dimos a la naturaleza humana antes de darle la vida; y fue en el arrebato de nuestro amor cuando con nuestro aliento le dimos la vida, dandole el alma, y al cuerpo el respirar, el palpitar, el calor. De manera que el respiro que tú sientes es nuestro, el latido que palpita en tu corazón es nuestro, el calor que sientes es el contacto de nuestras manos creadoras, que tocandote te infunden el calor, y cuando tú respiras Nosotros sentimos nuestro respiro que respira en tí, si tu corazón palpita así sentimos nuestro palpitar de vida eterna que palpita en tí, y si sientes el calor es nuestro amor que circula en tí y continúa su obra creadora y conservadora calentandote…

La Parusía, o la Segunda Venida del Señor y el cumplimiento del Reino de Dios prometido en el «Padre Nuestro»

¿Qué son la doble muerte y la doble resurrección?

El hombre, pecando, ha herido y profanado la imagen divina que lleva en sí y ha perdido la semejanza divina. El hombre dejó de ser semejante a Dios porque quiso hacer su voluntad y no la de Dios (prefirió su propio querer contra el Querer de Dios). Pecó y, perdiendo la Vida sobrenatural (la Gracia), pierde por consiguiente también la vida natural. Su voluntad humana se separó de la Voluntad Divina; por eso el alma se separa del cuerpo.

Las primeras noticias sobre Dios

Ante las preguntas fundamentales sobre el sentido de nuestra vida, no caben más   que dos posibilidades: renunciar a una explicación, o preguntarsela a “Otro” que sabe más que nosotros.

Ya hemos intuido Su presencia, precisamente por las preguntas que nuestra existencia lleva consigo. Lo hemos indicado como “Aquel que nos ha hecho”.

Ahora la pregunta racional es: ¿Ese «Otro» existe de verdad? ¿Realmente existe un Ser, diferente del mundo en que vivimos y del cual este mismo mundo depende?

La respuesta es , y veamos por qué. Dios nos ha hecho saber de El por una vía natural, la razón, por medio de las criaturas, y per una vía sobrenatural, la Revelación.

La Asunción de María fue el triunfo y la fiesta de la Divina Voluntad

La fiesta de la Asunción en el Cielo y el “Ave María”.

…He sentido que me salía afuera de mí misma, en la bóveda de los cielos, junto con mi amante Jesús. Parecía como si todo estuviera de fiesta, el Cielo, la tierra y el purgatorio; todos estaban inundados por una nueva alegría y júbilo. Muchas almas salían del purgatorio y como relámpagos llegaban al Cielo, para asistir a la fiesta de nuestra Reina y Madre. También yo me abría paso en medio de aquella enorme multitud de Angeles, Santos y almas del purgatorio que ocupaban ese nuevo Cielo, tan inmenso que, comparado con él, el otro nuestro que vemos me parecía un pequeño agujero; a mayor razón, que el Confesor me había dado permiso. Pero mientras trataba de mirar, no veía más que un Sol luminosísimo que derramaba rayos, que me penetraban por todas partes, y me volvía como un cristal, tanto que se notaban muy bien las más pequeñas manchas y la infinita distancia que hay entre el Creador y la criatura, pues cada uno de esos rayos tenía su propio matíz: uno manifestaba la santidad de Dios, otro su pureza, otro su poder, otro su sabiduría y todas las demás virtudes y atributos de Dios. Así el alma, viendo su propia nada, sus miserias y su pobreza, se sentía anonadada y, en vez de mirar, se postraba en el suelo ante aquel Sol Eterno, al que nadie puede hacer frente. Lo más sorprendente era que para ver la fiesta de nuestra Madre y Reina, había que mirar desde dentro de aquel Sol, pues la Stma. Virgen parecía tan sumergida en Dios, que mirando desde otros puntos no se veía nada. (…)

Cristo en mí y yo en El

Nuestra vida cristiana empieza con “Cristo en mí” y acaba con “yo en Cristo”.

Nuestra vida escondida en El: esa es nuestra meta. Se trata de un proceso. Todos nosotros empezamos la vida cristiana con Jesús en nuestro corazón, pero debemos concluirla con “yo estoy en su Corazón, soy en Cristo”. ¿Pero qué significa “ser en Cristo”? Significa entrar en su historia, en su victoria, en sus conquistas. Como un líquido se adapta a las dimensiones y a la forma del recipiente que lo contiene, así para nosotros significa adaptarnos a los gustos de Jesús, a sus pensamientos, a sus maneras, como El se adapta a nosotros. Hacer nuestra su vida interior, su dolor, su amor, su relación con el Padre. Que Jesús pueda decirme lo que dijo al Padre: “Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y Yo soy glorificado en Tí” (cfr Jn 17,10).

¿Por qué pecó Adán?

De los Escritos de Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”:

Después de eso pensaba entre mí: mi primer padre Adán, antes de pecar, poseía todos estos vínculos y relaciones de comunicación con toda la Creación, porque poseyendo íntegra la Voluntad Suprema era como cosa natural sentir en él todas las comunicaciones, donde quiera que Esta obraba. Ahora, al separarse de este Querer tan Santo, ¿no sintió el desgarrón con toda la Creación, la ruptura de todas las comunicaciones y todos los vínculos rotos, como de un solo golpe, con ella? Si yo, sólo cuando pienso si debo o no hacer un acto, y sólo con vacilar siento que el cielo tiembla, que el Sol se retira y toda la Creación se sacude y está a punto de dejarme sola, tanto que yo tiemblo con alla e inmediatamente, espantada, sin vacilar hago lo que debo, ¿cómo pudo hacerlo?  ¿No sintió ese desgarrón tan doloroso y cruel?

El Cuerpo desgarrado de Jesús es el verdadero retrato del hombre que comete pecado

De los Escritos de Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”:

Continuando mi habitual estado, estaba pensando en el misterio de la flagelación, y al venir Jesús, poniendo su mano en mi hombro me ha dicho: “Hija mía, quise que mi carne fuera esparcida en pedazos, mi sangre vertida por toda mi Humanidad, para reunir a toda la humanidad dispersa; en efecto, con haber hecho que todo lo que de mi Humanidad fue arrancado: carne, sangre, cabellos, quedara disperso, en la resurrección nada quedará disperso sino todo reunido de nuevo en mi Humanidad, con esto Yo reincorporaba a todas las criaturas en Mí; así que después de esto, quien de Mí queda separado, es por su obstinada voluntad que de Mí se arranca para ir a perderse.” (8°, 6-9-1908)

María fue inseparable de Jesús, pero muchas veces se sintió privada de El, en estado de pura fe

De los Escritos de Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”:

“¡Qué dura es la privación de mi dulce Jesús! Se siente la verdadera muerte del alma, y sucede como al cuerpo cuando se va el alma, que aunque tiene los mismos miembros, están sin vida, inertes, sin movimiento y no valen nada. Lo mismo me parece mi pequeña alma sin Jesús: posee las mismas facultades, pero vacías de vida. Yéndose Jesús, se acaba la vida, el movimiento, el calor, y por eso la pena es cruel, indescriptible e incomparable a cualquier otra pena. Ah, la Madre Celestial no sufrió esta pena, porque su santidad la hacía inseparable de Jesús y por eso nunca estuvo privada de El”.

Sólo el Creador puede hablar de la vida humana

Ni el mismo hombre ni las ciencias pueden decir nada sobre el origen de la criatura, de cada ser humano. Se trata de los secretos más íntimos de Dios: dónde, cómo y cuándo ha llamado al hombre, a cada ser humano, a la existencia.

En Sí mismo nos ha creado, con una vocación altísima: para concurrir con Dios en todas sus obras mediante su Voluntad dada a nosotros, debiendo confirmar y repetir en el tempo, ratificando por nuestra parte su decreto eterno.

De este misterio habla el Señor en los Escritos de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta (volumen 33°, 18-12-1933):