Maria

La finalidad de todas las obras de Dios, la Creación y la Redención, es que el hombre viva en el Querer Divino

De los Escritos de Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”:

La Divina Voluntad viene a reinar

“… Cuando el alma por a un lado su voluntad, no dandole ni siquiera un acto de vida, mi Voluntad es la dueña en el alma, reina, manda e impera; se siente como si estuviera en su casa, es decir, como en mi Patria Celestial. Por lo tanto siendo casa mía soy el dueño, dispongo, pongo de lo mío, porque como habitación mía puedo poner lo que quiero y hacer lo que quiero, y recibo el más grande honor y gloria que la criatura mi puede dar. Por el contrario, quien quiere hacer su voluntad se hace dueño, dispone, manda, y mi Voluntad está como una pobre extraña, no tenida en consideración y hasta despreciada. Quisiera poner de lo mío, pero no puedo, porque la voluntad humana no quiere cederme el puesto; incluso en las mismas cosas santas quiere ser el que manda, y Yo no puedo poner nada de lo mío. ¡Qué mal me encuentro en el alma que hace reinar su uoluntad!

(…) Mi Voluntad viene del Cielo para habitar en las almas, y en vez de dejarme ser el dueño me tienen como un extraño desamparado. Pero mi Voluntad no se va, a pesar de que me tengan como un extraño: sigo en medio de ellos esperando, para darles mis bienes, mis gracias y mi santidad”. (08.02.1925)

La finalidad de todas las obras de Dios, la Creación y la Redención, es que el hombre viva en el Querer Divino

“…El cumplimiento de la obra de la Creación era que el hombre cumpliera en todo nuestra Voluntad, la cual tenía que ser la vida, el alimento, la corona de la criatura, y como no es así todavía, la obra de la Creación aún no está cumplida, y ni Yo puedo descansar en ella, ni ella en Mí; me da siempre que hacer y Yo anhelo ese cumplimiento y descanso. Por eso tanto amo y quiero que se conozca el modo de vivir en mi Querer; nunca podré decir que la obra de la Creación y Redención está cumplida, si no tengo todos los actos de la criatura, que como un lecho se extiendan en mi Querer para darme descanso. Y Yo, ¿qué descanso bello no le daré, al verla regresar en alas de nuestra Voluntad, con el sello del cumplimiento de la Creación?  Mi seno será su lecho. 

Por eso, no hay cosa que Yo haya hecho que no tenga como primer fin que el hombre tome posesión de mi Querer y Yo del suyo. En la Creación esa fue mi primera finalidad. En la Redención lo mismo. Los sacramentos instituidos, todas las gracias concedidas a mis santos, han sido semillas, medios para poder llegar a esta posesión de mi Querer. Por eso, no faltes a nada de lo que quiero en mi Voluntad, ya sea escribiendo, ya sea con la palabra, ya sea con las obras. Sólo de ésto puedes conocer que es lo más grande, lo más importante, lo que más me interesa, el vivir en mi Querer: por tantos preparativos que lo han precedido.

¿Y quieres saber tú dónde fue sembrada esta semilla de mi Querer? En mi Humanidad. En ella germinó, nació y creció. Por tanto en mis llagas, en mi sangre se ve esta semilla, que quiere trasplantarse en la criatura, para que ella tome posesión de mi Voluntad y Yo de la suya y para que la obra de la Creación vuelva al principio, como salió, no sólo por medio de mi Humanidad, sino también de la misma criatura. Serán pocas; aunque fuera una sola. ¿Y no fue uno solo el que, saliendose de mi Querer, desfiguró y rompió mis planes y destruyó la finalidad de la Creación? Así una sola puede repararla y realizarla en su finalidad. Pero mis obras nunca quedan aisladas; por tanto tendré el ejército de las almas que vivirán en mi Querer, y en ellas tendré la Creación reintegrada toda bella y hermosa, como salió de mis manos. De lo contrario no tendría tanto interés de darla a conocer”.  (11.09.1922)

La llamada a la criatura al orden, a su puesto y la finalidad para la que fue creada por Dios

Nuestro Señor, dando El mismo el título al libro que se debe publicar  sobre su Voluntad (los escritos de Luisa), dice y explica su finalidad

De los Escritos de Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”:

Encontrandome en mi estado habitual, mi siempre amable Jesús me hacía ver al reverendo Padre que debe ocuparse de la publicación de los escritos sobre la Adorable Voluntad de Dios, y Jesús, poniendose a su lado, le decía: “Hijo mio, el título que darás al libro que publicarás sobre mi Voluntad será este

 «EL REINO DE MI DIVINA VOLUNTAD EN MEDIO DE LAS CRIATURAS.  LIBRO DE CIELO.  LA LLAMADA A LA CRIATURA AL ORDEN, A SU PUESTO Y A LA FINALIDAD PARA LA QUE FUE CREADA POR DIOS».

 Ves, también el título quiero que corresponda a la gran obra de mi Voluntad. Quiero que la criatura comtome que su puesto, dado por Dios, está en mi Voluntad, y que mientras no entre en Ella estará sin puesto, sin orden, sin finalidad; será un intruso en la Creación, sin ningún derecho, y por eso irá errante, sin paz, sin herencia, y Yo, movido a compasión por él, le gritaré continuamente: «Entra en tu puesto, ven al orden, ven a tomar tu herencia, a vivir en tu casa. ¿Por qué quieres vivir en casa extraña? ¿Por qué quieres ocupar un terreno que no es tuyo? Y no siendo tuyo vives infelíz y eres el siervo y la burla de todas las cosas creadas.

Todas las cosas creadas por Mí, estando en su puesto, estan en orden y en perfecta armonía, con toda la plenitud de los bienes que Dios les dio. Sólo tú quieres ser un infelíz, pero con infelicidad voluntaria. Por eso, ven a tu puesto; ahí te llamo y te espero». Por eso, aquel o aquella que se preste a hacer conocer mi Voluntad será mi portavoz, y Yo le confiaré los secretos de su Reino”.

A continuación hacía ver toda la Creación, cómo todas las cosas creadas estan en su sitio querido por Dios, y por consiguiente en el orden perfecto y en la completa armonía entre ellas. La Suprema Voluntad, al estar todas en su lugar, mantiene su existencia íntegra, bella, fresca y siempre nueva, y el orden da la felicidad común y la fuerza universal a todas. ¡Qué encanto ver el orden, la armonía de toda la Creación! Y Jesús, tomando de nuevo la palabra, ha añadido:

Hija mía, ¡qué bellas son nuestras obras! Son nuestro honor y nuestra gloria perenne. Todas estan en su puesto y cada cosa creada cumple perfectamente su oficio. Sólo el hombre es nuestro deshonor en nuestra obra de la Creación, porque al sustraerse a nuestra Voluntad camina con la cabeza por el suelo y los pies en el aire. ¡Qué desorden!

¡Qué desorden! Es disgustoso verlo. Caminando cabeza abajo, se arrastra por tierra, se trastorna todo, se transforma; a la vista le falta el espacio necesario para ver, no puede mirar lejos en el espacio para conocer las cosas, ni defenderse si el enemigo lo tiene a la espalda, ni hacer mucho camino, porque, pobrecito, con la cabeza se tiene que arrastrar, no caminar, porque el oficio de caminar es de los pies, el de la cabeza es dominar. De manera que hacer la propia voluntad es la verdadera y perfecta vuelta de campana del hombre, el desorden de la familia humana. Por eso me interesa tanto que mi Voluntad sea conocida, para que vuelva a su lugar, no se siga ya arrastrando cabeza abajo, sino que camine con los pies; no sea más el deshonor mío y suyo, sino mi honor y el suyo. Míra tú misma: ¿no se ven feas las criaturas, viendolas caminar con la cabeza por tierra? ¿No te disgusta a tí también verlas tan desordenadas?”  (27.08.1926)

Las verdades sobre la Divina Voluntad renovarán la Iglesia y transformarán la faz de la tierra

De los Escritos de Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”:

Estaba pensando para mí en todo lo que está escrito estos días pasados y decía para mí que no eran cosas necesarias, ni serias; qu podía dejar de ponerlas por escrito, pero la obediencia lo ha querido y yo tenía el deber de decir “FIAT” también en ésto… Pero mientras lo pensaba, mi amado Jesús me ha dicho: 

“Hija mía, y sin embargo todo era necesario para hacer conocer cómo se vive en mi Querer. No diciendo todo, tú harías faltar una cualidad del modo como se vive en El y por tanto no podría tener el pleno efecto del vivir en mi Voluntad. (…) En mi omnividencia veo que estos escritos serán para mi Iglesia como un nuevo Sol que surgirá en medio de ella, y que los hombres, atraídos por su luz deslumbradora, se aplicarán para transformarse en esa luz y salir espiritualizados y divinizados, por lo cual, renovandose la Iglesia, transformarán la faz de la tierra.

La doctrina sobre mi Voluntad es la más pura, la más bella, no sujeta a sombra de materia o de interés, tanto de tipo sobrenatural como de tipo natural. Por eso será, a modo de sol, la más penetrante, la más fecunda y la más bienvenida y acogida, y siendo luz, por sí misma se hará comprender y se abrirá camino. No estará sujeta a dudas, a sospechas de error, y si alguna palabra no se entenderá será por su demasiada luz, que eclipsando la inteligencia humana, no podrán comprender toda la plenitud de la verdad, pero no hallarán una palabra que no sea verdad; todo lo más, no podrán comprenderla del todo.

Por eso, en vista del bien que veo, te exhorto a que no dejes de escribir nada. Una frase, un efecto, una semejanza sobre mi Voluntad puede ser como rocío benéfico sobre las almas, como es benéfico el rocío sobre las plantas después de un día de sol ardiente o como una lluvia abundante después de largos meses de sequía. Tú no puedes comprender todo el bien, la luz, la fuerza que hay en una palabra, pero tu Jesús lo sabe y sabe a quien ha de servir y el bien que ha de hacer”. 

Y mientras así decía, me hacía ver en medio de la Iglesia una mesa y todos los escritos sobre la Divina Voluntad colocados encima. Muchas personas con veneración rodeaban la mesa y salían transformadas en luz y divinizadas y, mientras caminaban, comunicaban esa luz a los que encontraban. 

Y Jesús ha añadido: “Tu verás desde el Cielo el gran bien, cuando la Iglesia recibirá este alimento celestial, que, fortificandola, la hará resurgir en su pleno triunfo”. (10.02.1924)

Vivir en el Divino Querer será en el futuro el único tipo de santidad, no de formato humano, sino divino

“… Ven en mi Querer, vive en El para que la tierra ya no vuelva a ser tu morada, sino que tu morada sea precisamente Yo, y así estarás del todo segura. Mi Querer tiene el poder de hacer trasparente al alma y, siendo el alma trasparente, lo que Yo hago se refleja en ella. Si Yo pienso, mi pensamiento se refleja en su mente y se vuelve luz y el suyo, como luz, se refleja en Mí. Si miro, si hablo, si amo, etc., como otras tantas luces se reflejan en ella y ella en Mí, así que estamos en continuos reflejos, en comunicación perenne, en amor recíproco y, estando Yo en todas partes, los reflejos de estas almas me llegan en el Cielo, en la tierra, en la Hostia sacramental, en los corazones de las criaturas, donde quiera y siempre. Luz doy y luz me mandan, amor doy y amor me dan; son mis moradas terrenas, donde me refugio de la repugnancia de las otras criaturas.

¡Oh, el hermoso vivir en mi Querer! Me gusta tanto, que haré desaparecer todas las otras santidades, bajo cualquier otro aspecto de virtudes, en las futuras generaciones y haré reaparecer la santidad del vivir en mi Voluntad, que son y serán, no santidades humanas, sino divinas, y su santidad será tan alta que, como soles, eclipsarán a las estrellas más bellas de los santos de las generaciones pasadas. Por eso quiero purgar la tierra, porque es indigna de esos portentos de santidad”. (20.11.1917)

Diferencia entre “hacer” la Voluntad de Dios y “vivir” en el Querer Divino

De los Escritos de Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”:

Diferencia entre “hacer” la Voluntad de Dios y “vivir” en el Querer Divino. De quién depende. Condición para poder comprender

“Hija mía, no se quiere entender: vivir en mi Voluntad es reinar, hacer mi Voluntad es estar a mis órdenes. Lo primero es poseer, lo segundo es recibir mis órdenes y cumplirlas. 

Vivir en mi Querer es considerar mi Voluntad como cosa propia, es disponer de Ella. Hacer mi Voluntad es considerarla como Voluntad de Dios, no como algo propio, ni poder disponer de Ella como se desea. 

Vivir en mi Voluntad es vivir con una sola Voluntad, que es precisamente la de Dios, y siendo una Voluntad toda santa, toda pura, toda paz, siendo una sola voluntad la que reina, no hay contrastes, todo es paz. Las pasiones humanas tiemblan ante esta Suprema Voluntad y querrían escapar; no se atreven a moverse, ni a oponerse, viendo que ante esta Santa Voluntad tiemblan Cielos y tierra. Así que el primer paso del vivir en el Querer Divino, que pone el órden divino, está en el fondo del alma, vaciandola de lo que es humano, de tendencias, pasiones, inclinaciones y demás. 

Por el contrario, hacer mi Voluntad es vivir con dos voluntades, y cuando doy la órden de cumplir la Mía, la criatura siente el peso de su voluntad que pone dificultades, y a pesar de que cumpla fielmente las órdenes de mi Voluntad, siente el peso de la naturaleza rebelde, sus pasiones e inclinaciones. Y cuántos Santos, a pesar de haber alcanzado la más alta perfección, sienten esa voluntad de ellos, que les hace guerra, que los tiene oprimidos, tanto que les hace gritar:  ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte, o sea, de esta voluntad mía que quiere dar muerte al bien que quiero hacer?

Vivir en mi Voluntad es vivir como hijo; hacer mi Voluntad es vivir como siervo. En el primer caso, lo que es del Padre es del hijo, y muchas veces hacen más sacrificios los siervos que los hijos: a ellos les toca esponerse a servicios más fatigosos, más humildes, al frío, al calor, a viajar a pie… En efecto, ¿cuánto no han hecho mis Santos para cumplir los mandatos de mi Voluntad? Por el contrario, el hijo está con su padre, cuida de él, lo alegra con sus besos y caricias, manda a los siervos como si les mandara su Padre, si sale no va a pie, sino que viaja en carroza…

Y si el hijo posee todo lo que es del padre, a los siervos no se les da más que el salario por el trabajo que han hecho, quedan libres de servir o no servir a su dueño; y si no sirven ya no tienen derecho a recibir ningún sueldo. Al contrario, entre padre e hijo nadie puede quitar esos derechos del hijo a los bienes del Padre, y ninguna ley, ni del Cielo ni de la tierra, puede anular esos derechos, ni suprimir la relación espiritual entre padre e hijo. Hija mía, vivir en mi Voluntad es el vivir que más se acerca al de los bienaventurados del Cielo, y es tan distante de hacer mi Voluntad y estar fielmente a mis órdenes, como dista el Cielo de la tierra, como la distancia que hay de hijo a siervo, de rey a súbdito.

Y luego, ésto es un don que quiero dar en estos tiempos tan tristes, que no sólo hagan mi Voluntad, sino que la posean. ¿Acaso no soy Yo dueño de dar lo que quiero, cuando quiero y a quien quiero? ¿No es dueño un Señor de decirle a un siervo: ‘Vive en mi casa, come, toma las cosas, usa de mi autoridad como otro Yo?’ Y para hacer que nadie le pueda impedir que posea sus bienes, legalmente hace que este siervo sea su hijo y le da il derecho de poseer. Si eso puede hacerlo un rico, mucho más puedo hacerlo Yo.

El vivir en mi Querer es el don más grande que quiero dar a las criaturas. Mi Bondad quiere demostrar cada vez más su amor a las criaturas y habiéndoles dado todo y no teniendo ya nada más que darlespara hacer que me amen, quiero darles el don de mi Voluntad, para que, poseyéndola, amen el gran bien que poseen. No te extrañes si ves que no entienden. Para entender deberían disponerse al más grande de los sacrificios, como es el no dar vida, aun en las cosas santas, a la propia voluntad. Entonces sentirían qué cosa es poseer la Mía y tocarían con la mano lo que significa vivir en mi Querer. Tú sin embargo está atenta; no te enojes por las dificultades que ponen y Yo poco a poco me abriré camino, para hacer comprender el vivir en mi Voluntad”. (18.09.1924)

 

La nueva Era de amor en que la Voluntad de Dios reinará en la tierra de un modo del todo nuevo

De los Escritos de Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”:

Está llegando la Era nueva en que se ha de cumplir  la Voluntad de Dios en la tierra. El signo más bello y seguro

“Hija mia, todo el mundo está revuelto y todos estan en espera de cambios, de paz, de cosas nuevas. Ellos mismos se reunen para tratar y se asombran de que no saben concluir nada y tomar serias decisiones, por lo cual la verdadera paz no nace y todo se resuelve en palabras, pero nada en hechos, y esperan que otras conferencias puedan servir para decisiones serias, pero en vano esperan. Y entre tanto, en esa espera estan todos con temor, y unos se preparaa a nuevas guerras, otros esperan nuevas conquistas; pero de esa forma los pueblos se empobrecen, se despojan vivos, y mientrase esperan, cansados de la presente era triste que los envuelve, turbia y sangrienta, esperan y confían en una nueva era de paz y de luz.

El mundo está precisamente como cuando Yo debía venire al mundo, todos estaban en expectativa de un gran acontecimiento, de una era nueva, como de hecho fue. Así ahora, debiendo venir el gran acontecimiento, la era nueva en que la Voluntad de Dios se haga en la tierra como en el Cielo, todos estan a la espera de una nueva era, cansados de la presente, sin saber cual sea esa novedad, ese cambio, como no lo sabían cuando Yo vine al mundo. Esa espera es un signo cierto de que la hora está cerca, pero el signo más cierto es que Yo estoy manifestando lo que quiero hacer y que, dirigiendome a un alma, como me dirigí a mi Madre al bajar del Cielo a la tierra, le comunico mi Voluntad y los bienes y efectos que Esta contiene, para darla como un don a toda la humanidad.”  (14.07.1923)

El Señor está preparando la Era de su tercer “Fiat”

“Oh mundo inicuo, tú estás haciendo todo lo posible para expulsarme de la faz de la tierra, para desterrarme de la sociedad, de la escuela, de las conversaciones, de todo; estás tramando ccómo destruir templos y altares, cómo destruir mi Iglesia y matar a mis ministros, y Yo te estoy preparando una era de amor, la era de mi tercer «FIAT». Tú harás tu camino para echarme y Yo te confundiré de amor, te seguiré por detrás, te saldré al paso por delante para confundirte en amor, y donde tú me has echado Yo erigiré mi trono y reinaré más que antes, pero de un modo más sorprendente, tanto che tú mismo caerás a los pies de mi trono, como atado por la fuerza de mi amor”.

“Ah, hija mía, las criaturas empeoran cada vez más en el mal. ¡Cuántos planes de ruinas estan preparando! Llegarán a tanto, que agotarán el mismo mal, pero mientras se ocuparán en seguir su camino, Yo me ocuparé en hacer que mi «FIAT VOLUNTAS TUA» tenga cumplimiento y sea concedido, que mi Voluntad reine en la tierra, pero de un modo del todo nuevo; me ocuparé en preparar la era del tercer «FIAT», en la que mi amor brillará de una forma maravillosa e inaudita. Ah, sí, quiero confundir totalmente al hombre en amor. Por eso sé atenta; quiero que prepares conmigo esta era de amor, celestial y divina. Nos daremos la mano y obraremos juntos”.  (08.02.1921)

Será la Era de la verdadera libertad: la criatura  será libre de tomar todo lo que es de Jesús

“…¡Oh, qué libre desahogo tendrá mi Amor! Podré obrar libremente en todo, sin más estorbos. Tendré todos los sagrarios que quiera; las Hostias serán innumerables, a cada momento haremos juntos nuestra Comunión y Yo también gritaré «¡Libertad, libertad! ¡Venid todos a mi Voluntad y gozareis la verdadera libertad!» Fuera de mi Voluntad, cuántos estorbos encuentra el alma, pero en mi Voluntad es libre, Yo la dejo libre de amarme como quiera; al contrario, le digo: Deja tus harapos humanos, toma las vestiduras divinas; Yo no soy avaro ni celoso de tener para mí mis bienes, quiero que tomes todo; ámame inmensamente, toma, toma todo mi amor, haz tuyo mi poder, haz tuya mi belleza. Cuanto más tomes, tanto más contento estará tu Jesús.

La tierra me forma pocos sagrarios, le hostias son casi numeradas; y luego, los sacrilegios, las irreverencias que me hacen… ¡Oh, cómo es ofendido y trabado mi Amor! Por el contrario, en mi Voluntad no hay trabas, no hay sombra de ofensa, y la criatura me da amor, reparación divina y correspondencia completa, y sustituye, junto conmigo, por todos los males de la familia humana. Sé atenta y no te muevas del punto en el que te llamo y quiero”. (27.02.1919)

Llamamiento materno de la Reina del Cielo

(Tomado de “La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad”, de Luisa Piccarreta, Corato 1930.)

Hija queridísima, siento la irresistible necesidad de bajar del Cielo para hacerte mis visitas maternas. Si tú me aseguras tu amor filial, tu fidelidad, Yo estaré siempre contigo en tu alma, para hacerte de maestra, modelo, ejemplo y Madre tiernísima.

Vengo a invitarte a que entres en el Reino de tu Mamá, es decir, en el Reino de la Divina Voluntad, y llamo a la puerta de tu corazón para que me abras… ¿Sabes? Con mis propias manos te traigo el regalo de este libro 1; te lo ofrezco con cariño materno, para que tú, a tu vez, leyendolo, aprendas a vivir de Cielo y no más de tierra.

Este libro es de oro, hija mía; este libro formará tu fortuna espiritual, tu felicidad también terrena. En él hallarás la fuente de todos los bienes: si eres débil recibirás la fuerza; si eres tentada alcanzarás la victoria; si has caído en la culpa encontrarás la mano piadosa y potente que te levantará; si te sientes afligida hallarás el consuelo; si te sientes fría tendrás el medio seguro para calentarte; si tienes hambre, gustarás el alimento exquisito de la Divina Voluntad. Con él no te faltará nada, ya no estarás sola, porque tu Mamá te tendrá dulce compañía y con todos sus cuidados maternos se encargará de hacerte felíz. Yo, la Emperadora Celestial, me ocuparé de todas tus necesidades, con tal de que tú consientas vivir unida a mí.

¡Si tú supieras mis ansias, mis suspiros ardientes y también las lágrimas que derramo por mis hijos! ¡Si tú supieras cómo ardo de deseo de que tú escuches mis lecciones, todas de Cielo, y aprendas a vivir de Voluntad Divina!

En este libro tú verás maravillas: encontrarás una Madre que te ama tanto, que ha sacrificado a su amado Hijo por tí, para poder hacerte que vivas de esa misma vida de la que ella misma vivió estando en la tierra.

¡Ah, no me des ese dolor, no me rechaces; acepta este regalo del Cielo que te traigo; acoge mi visita, mis lecciones…!

Has de saber que Yo recorreré todo el mundo, iré a cada individuo, a todas las familias, a las comunidades religiosas, a cada nación, en todos los pueblos, y si hace falta seguiré yendo siglos enteros, hasta que no haya formado como Reina a mi pueblo y como Madre a mis hijos, para que conozcan y hagan reinar por todas partes la Divina Voluntad.

Aquí tienes explicada la finalidad de este libro. Aquellos que lo acogerán con amor serán los primeros afortunados hijos que pertenecerán al Reino del Fiat Divino, y Yo con letras de oro escribiré sus nombres en mi materno corazón.

¿Ves, hija mía? Ese mismo amor infinito de Dios que en la Redención se quiso servir de Mí para hacer bajar el Verbo Eterno a la tierra, me llama otra vez a que actúe y me encomienda la fatigosa tarea, el sublime mandato, de formar en la tierra los hijos del Reino de su Divina Voluntad. Maternamente presurosa me pongo por tanto a la obra y te preparo el camino que te deberá conducir a este Reino felíz.

Con este fin te daré sublimes lecciones de Cielo y después te enseñaré especiales y nuevas oraciones, mediante las cuales comprometerás el cielo, el sol, la creación, mi misma vida y la vida de mi Hijo, todos los actos de los santos, para que en nombre tuyo pidan el Reino adorable del Querer Divino. Esas oraciones son las más potentes, porque comprometen el mismo acto divino. Por medio de ellas Dios se sentirá desarmado y vencido por la criatura. Con la fuerza de este medio tú apresurarás la venida de su Reino felicísimo y conmigo obtendrás que la Divina Voluntad se haga así en la tierra como en el Cielo, conforme al deseo del Maestro Divino.

Animo, hija mía; hazme contenta y Yo te bendeciré.

Llamamiento del Rey Divino al Reino de su Voluntad

De los Escritos de Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”:

Amados hijos míos, vengo entre vosotros con el Corazón abrasado en las llamas de mi Amor. Vengo como PADRE, en medio de mis hijos, que tanto amo. Tan grande es mi Amor, que vengo para quedarme con vosotros, para vivir juntos, con una sola Voluntad, con un mismo Amor… Vengo con el cortejo de mis obras, de mis penas, de mi Sangre y de mi misma Muerte.

Miradme: cada gota de mi Sangre, cada pena, cada una de mis obras y de mis pasos quieren daros a cual más mi Divina Voluntad. Incluso mi Muerte quiere daros la Resurrección de mi Vida en mi Voluntad. En Ella os he preparado todo y os he obtenido gracias, ayudas, luz y fuerza, para recibirla como el Don más grande. Por mi parte, ya  he hecho todo; ahora espero que hagais lo que depende de vosotros.

¿Quién será tan ingrato que no quiera recibirme, con el Regalo que le traigo? Sabed que mi Amor es tan grande, que no tendré en cuenta vuestra vida pasada, vuestras mismas culpas y todos vuestros males, sino que los sepultaré en el mar de mi Amor, para quemarlo todo; y empezaremos juntos una nueva vida, toda de Voluntad mía. ¿Qué corazón será tan duro que quiera rechazarme o expulsarme, sin aceptar mi visita, llena de Amor Paterno? Si Me aceptais, Me quedaré con vosotros, como Padre entre  mis hijos. Pero hemos de estar de acuerdo en todo y vivir con una sola Voluntad.

¡Oh, cómo suspiro que mis hijos queridos vuelvan a estar conmigo y vivan de mi misma Voluntad! Son ya casi seis mil años de profundos suspiros y de lágrimas amargas de mi Santa Humanidad, porque pretendo y quiero tener a mis hijos en torno a Mí, para hacerlos felízs y santos, y sollozando repito: Hijos míos, hijos míos, ¿dónde estais? ¿Por qué no regresais a vuestro Padre? ¿Por qué estais lejos de Mí, vagando perdidos, pobres, en toda clase de miserias? Vuestros males son heridas para mi Corazón. Ya estoy cansado de esperaros, y viendo que no volveis, no pudiendo resistir el Amor que Me consume, Yo mismo vengo a buscaros y os traigo el regalo más grande: ¡mi Voluntad! 

Pero no sólo vengo como Padre, sino como MAESTRO, en medio de mis discípulos. Pero quiero ser escuchado. Os enseñaré cosas sorprendentes, lecciones de Cielo, que os darán una Luz inextinguible, un Amor que siempre arde… Mis enseñanzas os darán una fuerza divina, un valor intrépido, una santidad que continuamente crece; os facilitarán  a cada paso el camino y os conducirán a la Patria Celestial.  

Vengo como REY, en medio de todos los pueblos, pero no para exigir impuestos y tributos, no. Vengo porque quiero vuestra voluntad, vuestras miserias, vuestras debilidades, todos vuestros males. Mi Soberanía consiste en ésto. Quiero todo lo que os hace ser infelízs, angustiados, atormentados, para esconder y quemar todo en mi Amor. Y como Rey benéfico, pacífico, magnánimo, que soy, quiero daros en cambio mi Voluntad, mi Amor más tierno, mis riquezas y felicesdad, mi paz y mi alegría más pura.

Si Me dais vuestra voluntad, ya está hecho todo; Me haréis felíz y seréis felices. No deseo sino que mi Voluntad reine en medio de vosotros. El Cielo y la tierra os sonreirán.

Mi Madre Celestial os será Madre y Reina. Ya Ella –conociendo el bien inmenso que os restituirá el Reino de mi Querer, para satisfacer mis deseos ardientes y poner fin a mis lágrimas, y amandoos como verdaderos hijos suyos– va visitando a todos los pueblos y naciones, para prepararlos a recibir el Reino de mi Voluntad. Ella fue la que Me preparó los pueblos, para hacerme bajar del Cielo a la tierra; y a Ella, a su Amor materno encargo que Me prepare las almas y los pueblos, para recibir un Don tan grande.

Por tanto, escuchadme, hijos míos: os ruego que leais con atención estas palabras que os digo y sentiréis la necesidad de vivir en mi Voluntad. Yo estaré a vuestro lado y tocaré vuestra mente y vuestro corazón, para que comprendais lo que os ofrezco y querais el Don de mi Querer Divino”.

¿Cuál es la nueva generación de los hijos de la Luz, los hijos llamados a vivir en la Divina Voluntad?

Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad” empieza una nueva “generación” de hijos de la Luz –le dice Jesús–, “los hijos de su Divina Voluntad”. Dios nos está invitando a vivir en su Querer, como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo viven en su Querer eterno. Nos invita a que no sólo hagamos lo que Dios quiere que hagamos, sino que su Voluntad sea nuestra, vida de nuestra vida, para vivir y reinar con Ella y en Ella.

En su hermoso testimonio, San Anibal M. Di Francia ha escrito: “Nuestro Señor, que de siglo en siglo acrecienta cada vez más las maravillas de su Amor, parece que de esta virgen, que El llama la más pequeña que ha encontrado en la tierra, carente de toda instrucción, haya querido formar un instrumento apto para una misión tan sublime, que ninguna otra se le pueda comparar, o sea, EL TRIUNFO DE LA DIVINA VOLUNTAD en el mundo entero, conforme a cuanto decimos en el Padrenuestro: FIAT VOLUNTAS TUA, SICUT IN COELO ET IN TERRA”.

Jesús mismo le dijo: “Tu misión es grande, porque no se trata sólo de la santidad personal, sino de abrazar todo y a todos y preparar EL REINO DE MI VOLUNTAD A LAS HUMANAS GENERACIONES”.

Luisa ha tenido por lo tanto dos “oficios” o tareas encomendadas por el Señor:

  • el oficio de VÍCTIMA, viviendo la Pasión con Cristo Redentor
  • y el de SECRETARIA e “HIJA PRIMOGÉNITA DE LA DIVINA VOLUNTAD” con Cristo Rey.

En el primer oficio, Luisa se halla en compañía de muchas otras almas víctimas. En el segundo, Luisa tiene una tarea inédita, única e irrepetible: recibir y vivir las maravillosas verdades de la Divina Voluntad, para después entregarlas a la Iglesia por medio de sus Ministros.

Con ella empieza una nueva “generación” de hijos de la Luz –le dice Jesús–, “los hijos de su Divina Voluntad”. Con ella comienza una “cadena de amor”, una cadena de almas llamadas a vivir en la Divina Voluntad: “En todas las santidades han habido siempre santos que han sido los primeros en dar comienzo a una especie de santidad; de manera que hubo el santo que empezó la santidad de los penitentes, otro que empezó la de la obediencia, otro la de la humildad, y así de todas las demás santidades. AHORA EL COMIENZO DE LA SANTIDAD DEL VIVIR EN MI QUERER QUIERO QUE SEAS TÚ(27 de Noviembre 1917).

Y respecto a su misión Jesús le dijo: “Hija mía, no temas: ¿no te acuerdas que ocupas dos oficios, uno de VÍCTIMA, y el otro oficio más grande, de VIVIR EN MI QUERER, PARA DEVOLVERME LA GLORIA COMPLETA DE TODA LA CREACIÓN?” (20 de Septiembre 1922).

Por ese motivo Jesús ha querido poner a Luisa a la cabeza de la “segunda generación de los Hijos de la Luz”: ella es “la Trompeta” –le dice– que ha de reunir la nueva generación tan ardientemente suspirada; ella es “LA HIJA PRIMOGÉNITA”, “la secretaria y la escribana de Jesús”, “la maestra de la ciencia más sublime”, como es la DIVINA VOLUNTAD, etc… Títulos con que Jesús a menudo la llama. Luisa es, en una palabra, “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad” (Título con el que ella misma firma sus cartas y que se lee en su tumba).

Jesús le dice a Luisa: “Ya ves lo necesario que es que se conozca mi Querer en todas sus relaciones, sus prodigios, sus efectos, su valor, lo que Yo hice en este Querer por las criaturas, lo que tienen que hacer ellas. Ese conocimiento será un potente imán que atraerá a las criaturas y les hará recibir la herencia de mi Querer, y para que venga la generación de los hijos de la Luz, los hijos de mi Querer” (27-10-1922).

“La Fe es Dios”. ¿Qué es la verdadera Fe?

Necesidad de la Fe 

“Sin la fe es impossible ser aceptados por Dios; pues quien se acerca a El debe creer que El existe y que recompensa a aquellos que lo buscan” (Heb 11,6).

La mayor parte de las cosas que sabemos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea, no las sabemos por haber llegado personalmente a descubrirlas, sino porque nos las han transmitido otros a a los cuales hemos creído: nuestros padres, nuestros maestros, los libros, la televisión, un periódico… Y Dios, que habría podido instruirnos personalmente en las verdades que se refieren a El y a nosotros, ha querido hacerlo mediante la Revelación que ha hecho a otros en la historia y que nos ha llegado garantizada por medio de la Iglesia: testigos humanos fieles, dignos de todo crédito, al alcance de toda honesta investigación racional.

“La fe es la base de las cosas que se esperan y prueba de las que no se ven. Por medio de esa fe los antiguos recibieron un buon testimonio. Por la fe sabemos que los mundos fueron creados por la palabra de Dios, de tal modo que de cosas no visibles ha tenido origen lo que se ve” (Heb 11,1-3).

¿Qué es la Fe?

Seguramente las palabras “fe” y “creer” son de las más abundantes en la Sagrada Escritura. El Nuevo Testamento las nombra respectivamente 242 y 243 veces.

Para decirlo sencillamente, la verdadera Fe es como dejarse tomar de la mano por Dios, como un niño, y dejarse llevar por El. Es estar seguros de El, seguros de su Bondad, de su Omnipotencia, de su Sabiduría, de su Amor. Eso es dar honor a Dios, es adorarlo, es glorificarlo. Eso es ser y querer ser totalmente suyos y saber que es totalmente nuestro y así sentirlo. Eso es comunión con El… De esa forma es tener acceso a su infinita Sabiduría, es tomar parte en su Omnipotencia, es experimentar su Amor… Es como dice San Pedro: “Sin haberlo visto, lo amais y sin verlo creeis en El y por eso estais llenos de alegría indecibile y gloriosa” (1Pe 1,8). Por eso es lo primero, es indispensable para poder agradar a Dios y poder acercarnos a El (Heb 11,6). Es la primera y la última bienaventuranza del Evangelio, que contiene en sí a todas las demás, las cuales se explican sólo con la Fe: “Dichosa tú porque has creído…”, dijo Isabel a María (Lc 1,14); “Dichosos los que crean sin haber visto”, dijo el Señor al Apostol Tomás (Jn 20,29). 

Condición que requiere la Fe

¿Por qué decimos “la verdadera” Fe? Porque no hay nadie que no crea en algo, y cuando no se cree en Dios se cree en tonterías. La luz es un don de Dios, que nos da tambien los ojos, pero abrirlos o cerrarlos depende de nosotros: es decir, la Fe es dada como gracia, es iniciativa de su Amor, pero acogerla depende de la buena voluntad del hombre. Por eso, “con el corazón se cree para obtener la justicia (para ser justificados por Dios) y con la boca se manifiesta la fe para alcanzar la salvación” (Rom 10,10).

La Fe, según enseña el Señor en los Escritos de Luisa Piccarreta

«…Jesús me ha dicho estas precisas palabras: “La Fe es Dios”. Estas dos palabras contenían una luz inmensa, que es imposible explicar; pero como pueda las digo. En la palabra “fe” comprendía que la fe es Dios mismo. Como el alimento material da vida al cuerpo para que no muera, así la fe da la vida al alma; sin la fe el alma está muerta. La fe vivifica, la fe santifica, la fe espiritualiza al hombre y le hace que tenga la mirada dirigida a un Ser Supremo, de tal modo que nada conoce de las cosas de acá abajo, y si las conoce, las conoce en Dios» (28-02-1899).

“Hija mía, todas las cosas tienen su origen en la fe. El que es fuerte en la fe es fuerte en el sufrir. La fe hace encontrar a Dios en todo lugar, lo descubre en cada acción, hace tocarlo en cada movimiento, y cada nueva ocasión que se presenta es una nueva revelación divina que recibe la criatura. Por eso, sé fuerte en la fe, que si eres fuerte en ella, en todos los estados y situaciones la fe te suministrará la fortaleza y te hará que estés siempre unida a Dios.” (20-03-1904)

Vivir en la Divina Voluntad para llegar a ser una sola cosa con Jesús

Sólo en la medida que la Divina Voluntad se convierte en una vida que se vive, se va comprendiendo su realidad y su alcance infinito, y se experimenta la distancia inmensa que hay  entre el vivir en la Divina Voluntad y el solo hacer nosotros la Voluntad de Dios. “Vivir  en  la  Divina  Voluntad” es tener como vida propia la misma Voluntad de Dios.

Jesús dice a Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”: “Quiero tanto que las criaturas tomen mi Voluntad; es lo que más me importa, es mi mayor deseo. Todas las demás cosas no me interesan como eso, aun las más santas, y cuando logro que el alma viva de mi Voluntad me siento triunfador, porque eso contiene el bien más grande que puede haber en el Cielo y en la tierra”  (23-3-1910).

 “Quiero que estés siempre en mi Querer… Quiero sentir tu corazón palpitante en el Mío con mi mismo amor y dolor; quiero sentir tu querer en el Mío, para que, multiplicándose en todos, Me dé con un solo acto las reparaciones de todos y el amor de todos; y mi Querer en el tuyo, para que, haciendo mía tu pobre humanidad, la eleve ante la Majestad del Padre como víctima continuamente”  (4-7-1917). 

“He aquí por qué te hablo a menudo del vivir en mi Querer, que hasta ahora no he manifestado a nadie. Todo lo más han conocido la sombra de mi Voluntad, la gracia y la dulzura que contiene el hacerla; pero penetrar en ella, abrazar su inmensidad, multiplicarse conmigo y penetrar en todo –aun estando en la tierra–, en el Cielo y en los corazones, ésto no es conocido todavía, tanto que a no pocos les parecerá extraño y quien no tiene abierta la mente a la luz de la Verdad no comprenderá nada” (29-1-1919). 

Luisa nos enseña cuál es la tarea propia del vivir en la Divina Voluntad: 

“…Mientras oraba mi intención era entrar en el Querer Divino; y en él, haciendo mío todo lo que en él existe y del cual nada puede escapar, pasado, presente y futuro, y haciéndome corona de todos, en nombre de todos presentaba ante la Divina Majestad mi homenaje, mi amor, mi satisfacción, etc. (5-1-1921).  

Dice Jesús: “¿Te parece poco que mi Voluntad Santa, Inmensa, Eterna, descienda en una criatura y, juntando mi Voluntad con la suya, la haga perderse en Mí y me haga vida de todo lo que hace la criatura, hasta de las cosas más pequeñas? De manera que su palpitar, sus palabras, su pensamiento, su movimiento, su respiración, son de Dios, viviente en la criatura; esconde en ella el Cielo y la tierra y en apariencia se ve una criatura. Gracia más grande, prodigio más portentoso, santidad más heroica no podría darte, que mi Fiat” (6-6-1921). 

“Es una voz que hace eco en todo y dice: ¡Amor, gloria, adoración a mi Creador! Por eso, quien vive en mi Voluntad es el eco de mi voz, la ripetidora de mi Vida, la perfecta gloria de mi Creación (28-3-1922). 

“Ya no soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí”

Qué cosa sea el vivir en la Divina Voluntad, Jesús lo ha dicho en su oración al Padre en de su última Cena: “Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío” (Jn 17,10).

En efecto, para vivir en la Divina Voluntad, Jesús tiene que tomar antes posesión efectiva de todo lo nuestro (de lo que somos, tenemos y hacemos), El ha de ser, no sólo espectador, sino a la vez el Protagonista de todo en nosotros, de nuestra vida (“Ven, Divina Voluntad, a pensar en mi mente… etc.”), de manera que podamos decir: “Ya no soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20);

Vivir en la Divina Voluntad es llegar a ser (por gracia) una sola cosa con Jesús, haciendo nuestro todo lo que es suyo para darlo a todas las criaturas, para sustituir lo que hace cada criatura con el obrar divino de Jesús y por  lo tanto dar a Jesús, de un modo divino, la correspondencia por todo en nombre de cada criatura.