Llamamiento del Rey Divino al Reino de su Voluntad

De los Escritos de Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”:

Amados hijos míos, vengo entre vosotros con el Corazón abrasado en las llamas de mi Amor. Vengo como PADRE, en medio de mis hijos, que tanto amo. Tan grande es mi Amor, que vengo para quedarme con vosotros, para vivir juntos, con una sola Voluntad, con un mismo Amor… Vengo con el cortejo de mis obras, de mis penas, de mi Sangre y de mi misma Muerte.

Miradme: cada gota de mi Sangre, cada pena, cada una de mis obras y de mis pasos quieren daros a cual más mi Divina Voluntad. Incluso mi Muerte quiere daros la Resurrección de mi Vida en mi Voluntad. En Ella os he preparado todo y os he obtenido gracias, ayudas, luz y fuerza, para recibirla como el Don más grande. Por mi parte, ya  he hecho todo; ahora espero que hagais lo que depende de vosotros.

¿Quién será tan ingrato que no quiera recibirme, con el Regalo que le traigo? Sabed que mi Amor es tan grande, que no tendré en cuenta vuestra vida pasada, vuestras mismas culpas y todos vuestros males, sino que los sepultaré en el mar de mi Amor, para quemarlo todo; y empezaremos juntos una nueva vida, toda de Voluntad mía. ¿Qué corazón será tan duro que quiera rechazarme o expulsarme, sin aceptar mi visita, llena de Amor Paterno? Si Me aceptais, Me quedaré con vosotros, como Padre entre  mis hijos. Pero hemos de estar de acuerdo en todo y vivir con una sola Voluntad.

¡Oh, cómo suspiro que mis hijos queridos vuelvan a estar conmigo y vivan de mi misma Voluntad! Son ya casi seis mil años de profundos suspiros y de lágrimas amargas de mi Santa Humanidad, porque pretendo y quiero tener a mis hijos en torno a Mí, para hacerlos felízs y santos, y sollozando repito: Hijos míos, hijos míos, ¿dónde estais? ¿Por qué no regresais a vuestro Padre? ¿Por qué estais lejos de Mí, vagando perdidos, pobres, en toda clase de miserias? Vuestros males son heridas para mi Corazón. Ya estoy cansado de esperaros, y viendo que no volveis, no pudiendo resistir el Amor que Me consume, Yo mismo vengo a buscaros y os traigo el regalo más grande: ¡mi Voluntad! 

Pero no sólo vengo como Padre, sino como MAESTRO, en medio de mis discípulos. Pero quiero ser escuchado. Os enseñaré cosas sorprendentes, lecciones de Cielo, que os darán una Luz inextinguible, un Amor que siempre arde… Mis enseñanzas os darán una fuerza divina, un valor intrépido, una santidad que continuamente crece; os facilitarán  a cada paso el camino y os conducirán a la Patria Celestial.  

Vengo como REY, en medio de todos los pueblos, pero no para exigir impuestos y tributos, no. Vengo porque quiero vuestra voluntad, vuestras miserias, vuestras debilidades, todos vuestros males. Mi Soberanía consiste en ésto. Quiero todo lo que os hace ser infelízs, angustiados, atormentados, para esconder y quemar todo en mi Amor. Y como Rey benéfico, pacífico, magnánimo, que soy, quiero daros en cambio mi Voluntad, mi Amor más tierno, mis riquezas y felicesdad, mi paz y mi alegría más pura.

Si Me dais vuestra voluntad, ya está hecho todo; Me haréis felíz y seréis felices. No deseo sino que mi Voluntad reine en medio de vosotros. El Cielo y la tierra os sonreirán.

Mi Madre Celestial os será Madre y Reina. Ya Ella –conociendo el bien inmenso que os restituirá el Reino de mi Querer, para satisfacer mis deseos ardientes y poner fin a mis lágrimas, y amandoos como verdaderos hijos suyos– va visitando a todos los pueblos y naciones, para prepararlos a recibir el Reino de mi Voluntad. Ella fue la que Me preparó los pueblos, para hacerme bajar del Cielo a la tierra; y a Ella, a su Amor materno encargo que Me prepare las almas y los pueblos, para recibir un Don tan grande.

Por tanto, escuchadme, hijos míos: os ruego que leais con atención estas palabras que os digo y sentiréis la necesidad de vivir en mi Voluntad. Yo estaré a vuestro lado y tocaré vuestra mente y vuestro corazón, para que comprendais lo que os ofrezco y querais el Don de mi Querer Divino”.

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