Oraciones de la noche
Comunión espiritual
¡Oh Jesús, ven a mí; me arrojo en tus brazos! Méteme en tu Corazón, ata mis pensamientos, mis afectos, mis latidos, mis deseos, mi voluntad, de modo que esté siempre unido a Tí y en continua adoración a Tí y en Tí.
Las “buenas noches” a Jesús
(Esta oración de Luisa, como «los Buenos días a Jesús», está en el Volumen 11)
Oh Jesús mío, Prisionero Celestial, ya el sol se ha puesto y las tinieblas invaden la tierra, y Tú te quedas solo en el tabernáculo de amor… Me parece verte con una sombra de melancolía por la soledad de la noche, no teniendo en torno a Tí la corona de tus hijos y de tus tiernas esposas, que al menos te hagan compañía en tu voluntaria cautividad.
Oh mi Divino Prisionero, también yo me siento oprimido el corazón al tenerme que alejar de Tí y por fuerza he de decirte adios… ¿Pero qué digo, oh Jesús? ¡Nunca más adios! No tengo el valor de dejarte solo. Adios con los labios digo, mas no con el corazón; al contrario, mi corazón lo dejo contigo en el sagrario. Contaré tus latidos y te corresponderé con mi palpitar de amor; contaré tus afanosos suspiros y para confortarte te haré descansar en mis brazos. Te haré de vigilante centinela; estaré atenta mirando si alguna cosa te aflije y te causa dolor, no sólo para no dejarte nunca solo, sino para tomar parte a todas tus penas.
¡Oh Corazón de mi corazón! ¡Oh Amor de mi amor! Deja ese aspecto de melancolía, consuélate; no soporto verte afligido. Mientras con los labios te digo adios, te dejo mis respiros, mis afectos, mis pensamientos, mis deseos, mis movimientos, que trenzando entre ellos continuos actos de amor unidos al tuyo, te formarán una corona y te amarán por todos. ¿Te parece bien, Jesús? Parece que me dices que sí, ¿no es cierto?
Adios, oh amante Prisionero. Pero aún no he terminado. Antes de irme quiero dejarte también mi cuerpo ante Tí. Quiero hacer de mis carnes y de mis huesos tantos pedazos pequeñísimos, para formar tantas lámparas por cuantos sagrarios existen en el mundo, y de mi sangre tantas llamitas, para encender esas lámparas; y en cada sagrario quiero poner mi lámpara, que, uniendose a la lámpara del sagrario que te alumbra en la noche, te dirá: «Te amo, te adoro, te bendigo, te reparo y te doy las gracias por mí y por todos».
Adios, oh Jesús… Pero oye todavía otra cosa: hagamos un pacto, y el pacto sea que nos amaremos más. Me darás más amor, me meterás en tu amor, me harás vivir de amor y me sepultarás en tu amor. Estrechemos más fuerte el vínculo del amor. Estaré contenta sólo si me das tu amor, para poder amarte de veras… ¡Adios, oh Jesús! ¡Bendíceme, bendice a todos; estréchame a tu Corazón, aprisioname en tu Amor con darte un beso en el Corazón… ¡Adios, adios!
Oración al final del día
¡Santísima Trinidad, en tu omnipotencia, sabiduría y bondad, apresura el Reino de tu Divina Voluntad y de tu Amor sobre la tierra! ¡DESCIENDE, OH QUERER SUPREMO, Y VEN A REINAR EN LA TIERRA! Oh Dios Todopoderoso, que creaste al hombre sólo para que hiciera ese Querer que él, ingrato, violó al rebelarse a Tí, ven a reanudar el vínculo de esta voluntad humana, para que Cielo y terra queden reordenados en Tí. Reina del Divino Querer, pon la Divina Voluntad en nuestra alma.
Benedición en la Divina Voluntad
(De los escritos de Luisa, Vol. 14°, 06.07.1922, y Vol. 12°, 28.11.1920, adaptados)
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
(Nombre)…, te quiero bendecir con la misma bendición con que Jesús bendijo a su Madre Stma. antes de empezar su Pasión. Por tanto, por mediación e intercesión de la Stma. siempre Virgen María, Madre y Reina de la Divina Voluntad, te bendigo para imprimir en tí el triple sello de las Tres Divinas Personas, para que tú resurjas de tu decaimiento y vivas en el Divino Querer.
Esta bendición, – en el nombre del Padre comunique e imprima en tu voluntad su Potencia, haciendola de nuevo soberana de todo; – en el nombre del Hijo Jesucristo comunique e imprima en tu inteligencia su Sabiduría; – y en el nombre del Espíritu Santo comunique e imprima en tu memoria su Amor.
Que las fuerzas del alma y del cuerpo vuelvan a tí. Que seas sanado de toda enfermedad espiritual y corporal, y tu alma reciba la riqueza y la belleza de todo bien y virtud. Y para rodearte de defensa contra el demonio, el mundo y la carne, con Jesús bendigo todas las cosas que El ha creado, para que tú las recibas bendecidas todas por El.
Te bendigo la luz, el aire, el agua, el fuego, el alimento, todo, para que quedes como sumergido y cubierto con estas bendiciones…
Junto con Jesús te bendigo el corazón, la mente, los ojos, los oídos, la naríz, la boca, las manos, los pies, el cuerpo, las entrañas, el respiro, el movimiento, todo.
Te bendigo para ayudarte, te bendigo para defenderte, te bendigo para perdonarte, te bendigo para liberarte de todo mal, te bendigo para consolarte, te bendigo para que seas santo.
Te bendigo, por tanto, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.