Invocación a la Divina Voluntad en todas nuestras acciones

oración diaria“Por eso, hija mía, que tu primer acto sea encontrarte con mi Querer; que tu primer pensamiento, tu palpitar, sea encontrarte con el palpitar eterno de mi Querer, para que tú recibas todo mi Amor. Trata de hacer en todo continuos encuentros, para que quedes transformada en mi Querer y Yo en el tuyo, para poder prepararte a que tengas tu último encuentro con mi Voluntad en tu última hora; así no tendrás ningún encuentro doloroso después de tu muerte”. (Vol. 16°, 23.07.1923). 

Al despertar :

¡Jesús, Te amo! Ven, Divina Voluntad, a pensar en mi mente.
¡Jesús, Te amo! Ven, Divina Voluntad, a circular en mi sangre.
¡Jesús, Te amo! Ven, Divina Voluntad, a mirar en mis ojos.
¡Jesús, Te amo! Ven, Divina Voluntad, a escuchar en mis oídos.
¡Jesús, Te amo! Ven, Divina Voluntad, a hablar en mi voz.
¡Jesús, Te amo! Ven, Divina Voluntad, a respirar en mi respiro.
¡Jesús, Te amo! Ven, Divina Voluntad, a palpitar en mi corazón.
¡Jesús, Te amo! Ven, Divina Voluntad, a moverte en mi movimiento.
¡Jesús, Te amo! Ven, Divina Voluntad, a orar en mí y luego ofrece esta oración a Tí mismo como mía, para darte satisfacción por las oraciones de todos y darle al Padre la gloria que deberían darle todas las criaturas.

cepillarse los dientes ¡Jesús, Te amo!Al lavarse y al vestirse :

-¡Jesús, Te amo! Ven, Divina Voluntad, en mi lavarme y lava mi alma de toda mancha. -¡Jesús, Te amo! Ven, Divina Voluntad, en mi vestirme y vísteme con tu luz.

Al caminar :

-¡Jesús, Te amo! Ven, Divina Voluntad, a caminar en mis pasos, para ir en busca de todas las criaturas y llamarlas a Tí.

Al trabajar :

-¡Jesús, Te amo! Ven, Divina Voluntad, a obrar en mis manos. -¡Jesús, Te amo! Ven, Divina Voluntad, en mi escribir y escribe tu Ley en mi alma.

Al comer :

-¡Jesús, Te amo! Ven, Divina Voluntad, en mi comer y alimentame con tu alimento.

Al sufrir :

-¡Jesús, Te amo! Ven, Divina Voluntad, a sufrir en mi sufrir, y mi alma, unida a tu Voluntad, sea el crucifìjo viviente inmolado por la gloria del Padre.
Al despertar :

¡Ven, Divina Voluntad!Jesús, mi pensamiento piensa en tu Querer y en alas de mi pensamiento te mando los pensamientos de todas las criaturas.

En alas de mi mirada, hecha en tu Querer, te envío las miradas de todas las criaturas.

En alas de mi voz y de mi lengua, movida en tu Querer, te mando todas las voces de las criaturas.

En alas de mi oración, hecha en tu Voluntad, oh Jesús, quiero mandarte la oración de todos.

En alas de mi trabajo y de mis actos hechos en tu Querer, quiero mandarte los actos de las criaturas y todos sus trabajos.

En alas de mis pasos dados en tu Querer, quiero hacer volar a Tí todos los pasos de las criaturas.

Al lavarse y al vestirse :

Oh Jesús mío, me visto en tu Voluntad y con esta Voluntad quiero cubrir todas las criaturas, para vestirlas a todas con tu Gracia, y luego tomo tu Querer y todas las bellezas que hay en él, y haciendolas mías quiero vestir con ellas tu Stma. Humanidad, para defenderte de todas las frialdades y ofensas que Te hacen las criaturas. Jesús mío, tu Amor unido al mío quiere darte el amor de todos y la satisfacción por todos.

Al caminar :

Camina en mí, oh Jesús, y hazme dar los pasos en tu Voluntad, para ir en busca de todas las criaturas y llamarlas a Tí.

Al trabajar :

Trabajo en tu Voluntad, y Tú, oh Jesús, haz que tus dedos se muevan en los míos, para que trabajando Tú en mí, te des la reparación por aquellos que no divinizan las obras materiales unidos contigo; y cada movimiento mío sea dulce cadena que forme el nudo para atar a Tí a todas las almas.

Al comer y beber :

Tomo este alimento en tu Voluntad, y Tú, oh Jesús, ven a tomarlo en mí, como si fuera mía tu Voluntad, y así darte prueba de mi amor. Bebo, oh Jesús mío, en tu Voluntad, y bebe Tú también en mí, o sumo Bien mío, para apagar la gran sed que tienes de todas las almas; que Tú puedas hallar en mí abundante bebida, para que luego puedas derramar sobre todos el agua de tu Gracia salvadora.

Al sufrir :

Sufro en tu Voluntad y mi padecer bese el Tuyo; así quiero, oh Jesús mío, darte la satisfacción de tus mismas penas. Mi humanidad sea la cruz y mi alma unida a tu Voluntad sea el crucifijo viviente, que esté continuamente ante Tí, para darte la satisfacción que Tú mismo diste al Eterno Padre.