Oración de la mañana
Oración bíblica, como primer pensamiento al despertar
“Héme aquí, oh Padre, que vengo para hacer tu Voluntad” (Hebreos, 10,7). Sí, Padre, Te pido la gracia de hacer todo lo que quieres Tú; sólo para eso existo y nada más quiero: lo que quieres Tú para mí y para todas tus criaturas, sólo porque lo quieres Tú. Pero yo no soy capaz y Te necesito a Tí; ven a farlo Tú conmigo…
“Héme aquí, soy hijo de la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra, cúmplase en mí tu Voluntad” (Cfr. Lc. 1,38). Sí, Padre, que tu Voluntad se cumpla en mí, tu criatura, como se cumple en Tí, que es tu Vida, que eso sea para mí. Que tu Voluntad pueda realizar y hacer en mí todo lo que Ella es, como ha hecho mi mi Madre bendita.
“Padre, ¡ hágase, no mi voluntad, sino la tuya!” (Lc. 22,42). Sí, Padre, que nunca más mi voluntad tenga vida, sino sólo la Tuya viva y reine en mí. Que tu Voluntad sea la vida de mi espíritu, alma y cuerpo; que sea la vida de todo mi ser, de mi persona, de mi misma vida; que sea vida de lo que soy, de todo lo que tengo, de todo lo que hago. Que tu Voluntad sea vita de mis facultades, de mis sentidos, de mis miembros… Que forme en mi mente los pensamientos de Jesús, expresión de tu Pensamiento eterno; ponga en mi boca sus palabras, fruto de vuestro eterno FIAT; forme en mis acciones sus obras, el acto eterno de vuestro Querer. En mi corazón tu palpitar eterno, tu infinito Amor; en mi respiro el Soplo del Espíritu Santo; en mis venas la Sangre de Jesús, que en mí circule la Divina Voluntad y forme en mí tu Vida…
Veni Creator Spiritus
–VEN, ESPÍRITU CREADOR, a visitar nuestra mente, tu gracia divina llene los corazones que has creado.
-Oh dulce Consolador, Don del altísimo Padre, Agua viva, Fuego, Amor y santa unción de las almas.
-Tú, el Dedo de la mano de Dios, prometido por el Padre, derrama tus siete dones, suscítanos la Palabra.
-Sé Tú luz de nuestra mente, en el corazón la llama y sana nuestras heridas con la fuerza de tu amor.
-Defiéndenos del maligno, danos el don de la paz; que tu guía invencible nos libre de todo mal.
-Luz de eterna Sabiduría, revélanos el misterio de Dios Padre y del Hijo, unidos en un solo Amor. Amen.
Secuencia al Espíritu Santo
-Ven, Espíritu Divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre. Don, en tus dones espléndido; Luz que penetra las almas, fuente del mayor consuelo.
-Ven, dulce Huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
-Entra hasta el fondo del alma, Divina Luz, y enriquécenos; míra el vacío del hombre, si Tú le faltas por dentro; míra el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
-Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
-Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
Oración de la mañana a la Stma. Virgen
Dulce Mamá, estoy despierto y corro a tus brazos maternos. Lo sé bien, oh Mamá, que en tu regazo tienes al gracioso Niñito Jesús: Precisamente por El quiero ir a Tí; nos tendrás a los dos juntos. ¿No eres Tú también mi Mamá? Dáme la mano y aquí me tienes en tus brazos.
Madre Santa, permíteme que le dé un beso a Jesús y luego a Tí. Oye, hoy no bajaré de estar en tus rodillas. Tú me harás de Madre: dirige todos mis pensamientos a Jesús; con tu mirada fìja en El guía la mía para que mire a Jesús; une mi lengua a la tuya, para que resuene nuestra voz junta para rezar, para hablar siempre de amor. Jesús estará contento al oir en mi voz la voz de su Mamá…
Madre mía, perdóname si soy demasiado atrevido: haz palpitar mi corazón en el Tuyo y dirige mis afectos, mis deseos a Jesús. Que mi voluntad, concatenada con la Tuya, forme una dulce cadena de amor y de reparación a su Corazón Divino, para consolarlo por todas las penas y ofensas. Mamá mía, asísteme y guíame en todo, dirige mis manos a Jesús y no permitas que nunca yo haga acciones indignas con las que pueda ofenderlo…
Oye, oh Mamá, mientras estaré en tu regazo, tu tarea sea la de hacerme en todo semejante a Jesús… Veo que Jesús sufre y yo no: ¡cuánto quisiera sufrir con El! Ah, Madre Santa, dí Tú una palabra, díle a Jesús que me haga sufrir con El, que llore con El y haga todo en común con El. Todo espero de Tí: con tus manos me darás el alimento, el trabajo, me mandarás lo que tengo que hacer, y sobre tus rodillas házme estar al lado de Jesús. Querida Mamá, bendíceme y tu benedición me asegure que en todo me harás de Madre. Amén.