Consagración a la Divina Voluntad
In Voluntate Dei! Deo gratias!
Oh Voluntad Divina y adorable, héme aquí ante la inmensidad de tu luz, para que tu eterna bondad me abra las puertas y me haga entrar en ella para formar toda mi vida en tí, Voluntad Divina. Por eso, postrado ante tu luz, yo, el más pequeño entre todas las criaturas, vengo, oh adorable Voluntad, en el pequeño grupo de los hijos de tu Fiat Supremo.
Postrado en mi nada, suplico e imploro que tu luz quiera inundarme y eclipsar todo lo que no te pertenece, de modo que no haga más que mirar, comprender y vivir en tí, Voluntad Divina. Ella será mi vida, el centro de mi inteligencia, la raptora de mi corazón y de todo mi ser. En este corazón no quiero que vuelva a tener vida el querer humano; lo expulsaré de él y formaré el nuevo paraíso de paz, de felicidad y de amor. Con ella seré siempre felíz; tendré una fuerza única y una santidad que todo santifica y todo lleva a Dios.
Aquí postrado invoco la ayuda de la Trinidad Sacrosanta, que me admita a vivir en el recinto de la Divina Voluntad, para que regrese en mí el orden primordial de la creación, el orden en que fue creada la criatura.
Madre Celestial, Reina Soberana del Fiat Divino, tómame de la mano y sumérgeme en la luz del Querer Divino. Tú serás mi guía, mi tierna Madre, y me enseñarás a vivir y a mantenerme en el orden y en el recinto de la Divina Voluntad. Soberana Celestial, a tu Corazón entrego todo mi ser. Tú me darás lecciones de Voluntad Divina y yo estaré atento a escucharte. Extenderás tu manto sobre mí, para que la serpiente infernal no se atreva a penetrar en este sacro edén para seducirme y y hacerme caer en el laberinto del querer humano.
Corazón de mi sumo Bien, Jesús, Tú me darás tus llamas para que me quemen, me consuman y me alimenten, para formar en mí la vida del Supremo Querer.
San José, tú serás mi protector, el custodio de mi corazón, y tendrás las llaves de mi querer en tus manos. Custodiarás mi corazón celosamente y no me lo darás nunca más, para que yo esté seguro de no hacer ninguna salida de la Voluntad de Dios.
Angel mío de la mira, guárdame, defiéndeme, ayúdame en todo, para que mi paraíso crezca florecido y sea el reclamo de todo el mundo a la Voluntad de Dios. Corte Celestial, ven en mi ayuda y yo viviré siempre en la Divina Voluntad.