Vivir en la Divina Voluntad para llegar a ser una sola cosa con Jesús
Sólo en la medida que la Divina Voluntad se convierte en una vida que se vive, se va comprendiendo su realidad y su alcance infinito, y se experimenta la distancia inmensa que hay entre el vivir en la Divina Voluntad y el solo hacer nosotros la Voluntad de Dios. “Vivir en la Divina Voluntad” es tener como vida propia la misma Voluntad de Dios.
Jesús dice a Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”: “Quiero tanto que las criaturas tomen mi Voluntad; es lo que más me importa, es mi mayor deseo. Todas las demás cosas no me interesan como eso, aun las más santas, y cuando logro que el alma viva de mi Voluntad me siento triunfador, porque eso contiene el bien más grande que puede haber en el Cielo y en la tierra” (23-3-1910).
“Quiero que estés siempre en mi Querer… Quiero sentir tu corazón palpitante en el Mío con mi mismo amor y dolor; quiero sentir tu querer en el Mío, para que, multiplicándose en todos, Me dé con un solo acto las reparaciones de todos y el amor de todos; y mi Querer en el tuyo, para que, haciendo mía tu pobre humanidad, la eleve ante la Majestad del Padre como víctima continuamente” (4-7-1917).
“He aquí por qué te hablo a menudo del vivir en mi Querer, que hasta ahora no he manifestado a nadie. Todo lo más han conocido la sombra de mi Voluntad, la gracia y la dulzura que contiene el hacerla; pero penetrar en ella, abrazar su inmensidad, multiplicarse conmigo y penetrar en todo –aun estando en la tierra–, en el Cielo y en los corazones, ésto no es conocido todavía, tanto que a no pocos les parecerá extraño y quien no tiene abierta la mente a la luz de la Verdad no comprenderá nada” (29-1-1919).
Luisa nos enseña cuál es la tarea propia del vivir en la Divina Voluntad:
“…Mientras oraba mi intención era entrar en el Querer Divino; y en él, haciendo mío todo lo que en él existe y del cual nada puede escapar, pasado, presente y futuro, y haciéndome corona de todos, en nombre de todos presentaba ante la Divina Majestad mi homenaje, mi amor, mi satisfacción, etc.” (5-1-1921).
Dice Jesús: “¿Te parece poco que mi Voluntad Santa, Inmensa, Eterna, descienda en una criatura y, juntando mi Voluntad con la suya, la haga perderse en Mí y me haga vida de todo lo que hace la criatura, hasta de las cosas más pequeñas? De manera que su palpitar, sus palabras, su pensamiento, su movimiento, su respiración, son de Dios, viviente en la criatura; esconde en ella el Cielo y la tierra y en apariencia se ve una criatura. Gracia más grande, prodigio más portentoso, santidad más heroica no podría darte, que mi Fiat” (6-6-1921).
“Es una voz que hace eco en todo y dice: ¡Amor, gloria, adoración a mi Creador! Por eso, quien vive en mi Voluntad es el eco de mi voz, la ripetidora de mi Vida, la perfecta gloria de mi Creación” (28-3-1922).
“Ya no soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí”
Qué cosa sea el vivir en la Divina Voluntad, Jesús lo ha dicho en su oración al Padre en de su última Cena: “Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío” (Jn 17,10).
En efecto, para vivir en la Divina Voluntad, Jesús tiene que tomar antes posesión efectiva de todo lo nuestro (de lo que somos, tenemos y hacemos), El ha de ser, no sólo espectador, sino a la vez el Protagonista de todo en nosotros, de nuestra vida (“Ven, Divina Voluntad, a pensar en mi mente… etc.”), de manera que podamos decir: “Ya no soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20);
Vivir en la Divina Voluntad es llegar a ser (por gracia) una sola cosa con Jesús, haciendo nuestro todo lo que es suyo para darlo a todas las criaturas, para sustituir lo que hace cada criatura con el obrar divino de Jesús y por lo tanto dar a Jesús, de un modo divino, la correspondencia por todo en nombre de cada criatura.
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