Visitemos espiritualmente a Jesús Sacramentado
Jesús dice a Luisa: “Por último, en cuanto a las visitas que me harás y a los actos de reparación, he de decirte que Yo, en el Sacramento de mi Amor que he instituido por tí, sigo haciendo y sufriendo todo lo que hice y sufrí en el curso de treinta y tres años de vida mortal. Deseo nacer en el corazón de todos los mortales y por eso obedezco desde el Cielo a quien me llama a inmolarme sobre el altar; me humillo esperando, llamando, instruyendo, iluminando, y el que quiere puede alimentarse de Mí Sacramentado; a uno le doy consuelo, a otro fortaleza, y pido por tanto al Padre que lo perdone; estoy para enriquecer a unos, para unir conmigo a otros, velo por todos; defiendo a quien quiere que Yo lo defienda; divinizo a quien quiere que Yo lo divinice; acompaño a quien quiere ser acompañado; lloro por los incautos y por los delincuentes; me hago adorante perpetuamente para reintegrar la armonía universal y cumplir el supremo decreto divino, que es la glorificación absoluta del Padre, en el perfecto homenaje que El pide, pero que no recibe de todas las criaturas, por lo cual me he sacramentado…
Por eso quiero que tú, en respuesta a este infinito Amor mío hacia el género humano, me hagas cada día treinta y tres visitas, en honor de los años de mi Humanidad transcurridos por vosotros y entre todos vosotros, hijos míos, regenerados en mi preciosísima Sangre, y que, juntos, tú te unas conmigo en este Sacramento, con el fin de hacer siempre mis intenciones de expiación, de reparación, de inmolación y de adoración perpetua. Esas treinta y tres visitas las harás siempre, en todo tiempo, cada día y en cualquier lugar en que pudieras estar, ya que Yo las aceptaré como si las hicieras en mi Presencia sacramental…
Tu primer pensamiento, por la mañana, debes hacerlo volar a Mí, Prisionero de amor, para darme tu primer saludo de amor por Mí y la primera visita confidencial en la que nos preguntaremos mútuamente cómo hemos pasado la noche y nos animaremos recíprocamente. Y así, tu último pensamiento y tu último afecto de la tarde será que tú vengas de nuevo a Mí, para que te dé la bendición y te haga descansar en Mí, conmigo y por Mí; y tú Me darás el último beso de amor, con la promesa de unirte conmigo Sacramentado. Las otras visitas Me las harás como mejor se te presente la ocasión favorable a concentrarte toda en mi Amor”. (1° Volumen).
SEXTA VISITA
Oh Prisionero de amor, Tú estás aquí ofendido y ultrajado, y yo tantos actos de reparación quiero hacerte cuantas son las especies de pecados que se cometen ante tu Presencia sacramental, y tantos actos de arrepentimiento por todos los pecados que cometen todas las criaturas, cuantos son los latidos de mi corazón. Oh Virgen del Stmo. Sacramento, beso tu pie izquierdo: endereza mis pasos desordenados. Beso tu pie derecho: guía mis pasos al bien. Beso tu mano izquierda: líbrame de la esclavitud del demonio. Beso tu mano derecha: admíteme en el número de tus verdaderos devotos. Beso tu purísimo Corazón: sepúltame en tu Corazón y en el de tuo hijo Jesús.
SÉPTIMA VISITA
Oh Prisionero de amor, Tú no sólo estás aquí encarcelado, sino casi encadenado, y con ansia febril estás esperando los corazones de las criaturas para bajar a ellos y liberarte, y con las cadenas que te sujetan atar sus almas a tu Amor. Pero con sumo dolor tuyo ves que las criaturas vienen ante Tí con suma indiferencia, sin ganas de recibirte, otras que no quieren recibirte y otras que, aunque te reciben, tienen su corazón atado a otros corazones y lleno de vicios. Para esas almas parece que Tú seas su desperdicio. Y Tú, Vida mía, te ves obligado a salir de esos corazones encadenado como has entrado, porque no te han dato la libertad de dejarse atar y así han cambiado tus deseos en lágrimas. Jesús mío, permíteme que te enjuague las lágrimas y te pida el llanto de amor; y en reparación te ofrezco las ganas, los suspiros, los deseos ardientes y los contentos que te han dado todos los Santos que ha habido y que habrá, los de tu Madre querida y el mismo Amor del Padre y del Espíritu Santo; y yo, haciendo mío todo ese amor, quiero ponerme a la puerta del sagrario para protegerte y alejar las almas que quisieran recibirte para hacerte llorar. Y tantas veces quiero repetir estos actos, por cuantos contentos has dado a todos los Santos del Paraíso.
Mamá, Reina coronada de todas las gracias por la Trinidad Sacrosanta, desciendan de tu Trono todas las gracias en favor de los pobres mortales, y sean esas gracias escala para hacer que todas las almas puedan subir al Cielo. Oh Madre querida, custodia Tú mis afectos, mis deseos, mis latidos, mis pensamientos, y pónlos como lámpara a la puerta del Sagrario para cortejar a Jesús.
OCTAVA VISITA
Oh Prisionero de amor, Tú estás aquí afligido y desconsolado, y yo he venido a consolarte; ¿pero cómo puedo consolarte, estando yo lleno de miserias y de pecados? Madre Dolorosa, vengo a tí, a que me des tu Corazón para consolar a tu Hijo. Aquí te traigo, o Señor, el Corazón de tu Madre para consolarte, la sangre que han derramado los mártires, el Amor recíproco con que os amais las Tres Divinas Personas.
Y a Tí, Madre Dolorosa, afligida todavía por nuestros tantos pecados, te ofrezco el Corazón de tu Hijo para consolarte, los homenajes de todos los Santos, el Amor con que te amó la Santísima Trinidad cuando te constituyó Reina del Cielo y de la tierra, y tantas veces deseo repetir estos actos como consuelo y alivio de ambos, cuantas son las matas de hierba, cuantas son las flores, cuantas son las plantas que brotan de la tierra.
NOVENA VISITA
Oh Prisionero de amor, Tú estás aquí hambriento y sediento, y ciertas almas no hacen más que prepararte un alimento disgustoso, tibio, frío e incostante, aun siendo almas consagradas a Tí. Oh Jesús, tantos actos de reparación quiero hacerte, por cuantas llamas tiene el fuego, por cuantos rayos de lus tiene el sol. Mamá bella, mírame siempre y ténme continuamente cubierto bajo el manto de tu protección.
DÉCIMA VISITA
Oh Prisionero de amor, Tú estás aquí humilde y resignado, continuamente ofrecido a la Voluntad del Padre, y yo tantas veces quiero ofrecerme víctima de tu Santa Voluntad, cuantas veces te ofreciste Tú estando en la tierra, y quiero ofrecerte tantos actos de reparación de todas las faltas de resignación, de los actos de ira, de impaciencia, de desobediencia que cometen los hombres, por cuantas veces respiro. Madre Corredentora, beso tu majestuosa frente, y Tú dirige todos mis pensamientos; y de la santidad de tu mente desciendan rayos de luz a las mentes de las criaturas, para que puedan conocer a Jesús.
DÉCIMO PRIMERA VISITA
Oh Prisionero de amor, ¡qué solitario estás aquí y abandonado! Ah, Tú tienes tanta hambre del amor de tus criaturas, y nosotros somos tan fríos y distraídos. Quiero, Amor mío, presentarte los corazones de todas las criaturas y sumergerles en tu Divino Amor y en tu Divino Corazón, para que se inflamen y queden purificados en el fuego eterno de tu Caridad, para que Tú puedas ser plenamente reparado de toda humana ingratitud. Oh Inmaculada Madre mía, María, presenta Tú misma esta oferta y esta reparación a Jesús y conviértenos todos a su Amor.
DÉCIMO SEGUNDA VISITA
Oh Prisionero de amor, Tú estás aquí colmado de la ingratitud, incorrespondencia e infidelidad de tus mismos hijos, y yo otros tantos actos de gratitud, de correspondencia y de fidelidad quiero hacerte, por habernos creado a tu imagen y semejanza, darte las gracias por toda clase de benefìcios que nos has hecho. Quiero unirme a Tí y dolerme por todas las ofensas que recibiste durante la Pasión y que ahora recibes en el Stmo. Sacramento, y tantas veces quiero encomendarte todos los hijos de la Iglesia, todos los Sacerdotes, mis familiares, los pecadores, los herejes, los infieles, los agonizantes, para que todos correspondan a los designios de tu Sagrado Corazón. Por último Te pido por todas las almas del Purgatorio, para que todas puedan volar al Cielo y no falte ninguna, a costa de cualquier sacrifìcio. Y tantas veces quiero repetir estos actos, por cuantas veces se mueven las olas del mar y las ramas de los árboles. Dulce Mamá, Esperanza nuestra, refugio de los pecadores, escóndenos bajo tu manto e intercede por nosotros.
DÉCIMO TERCERA VISITA
Oh Prisionero de amor, Tú te sientes ahogar por el ansia de hacer que todos conozcan tu Voluntad. Ah, desde tus velos sacramentales irradia tus refulgentes rayos e inundando todos los corazones, comunica tu Voluntad a todos, para que jubilosa y triunfante reine y domine en todo el mundo. Virgen Inmaculada, Reina del FIAT Divino, llama a todos los corazones y con tu poder de Reina pon en ellos la Vida de la Divina Voluntad, y nos conforte y alegre tu materna bendición.
“Señor, enséñanos a orar”
Escuela de oración en la Divina Voluntad
Oraciones de la Sierva di Dio
LUISA PICCARRETA,
“la Pequeña Hija de la Divina Voluntad” para una guía práctica de oración y una pequeña “escuela de oración” a la luz de sus escritos.
preparado por el P. Pablo Martín (2005)
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