¿Quién es Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad” y cuál es su mensaje espiritual?

De los Escritos de Luisa Piccarreta:

… Jesús, saliendo de dentro de mi interior, poniendose de pie, apoyaba sus pies sobre la parte de mi corazón y, agitando la mano, que más que el sol despedía luz, gritaba fuerte: “¡Venid, venid todos, ángeles, santos, vivientes de la tierra, todas las generaciones, venid a ver los prodigios y el más grande milagro nunca visto, mi Querer que obra en la criatura!”

A la voz sonora, melodiosa y fuerte de Jesús, que llenaba Cielos y terra, los Cielos se han abierto y todos han acudido en torno a Jesús y me miraban a mí, para ver cómo obraba la Divina Voluntad. Todos se quedaban extasiados y le daban las gracias a Jesús por tan gran exceso de su Bondad. Yo me he quedado confundida y súmamente humillada y le he dicho: “Amor mío, ¿qué haces? Me parece que quieres mostrarme a todos, para que todos me señalen;  ¡qué repugnancia siento!”

Y Jesús: “Ah, hija mía, es mi Querer, que quiero que todos conozcan y que todos señalen como nuevo Cielo y medio de nueva regeneración; y tú quedarás como sepultada en mi Voluntad…” (Volumen 15°, 5 de enero 1923)

¿Quién es Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”?

Luisa Piccarreta había nacido el 23 de Abril de 1865, Domingo “in Albis”, el primero después de Pascua. Setenta años después el Señor pidió, por medio de Santa Faustina Kowalska, que ese Domingo se celebrara la fiesta de la Divina Misericordia.

Murió el 4 de Marzo de 1947, en Corato, a la edad de casi 82 años.  Su Causa de beatificación fue abierta en la solemnidad de Cristo Rey, el 20 de noviembre de 1994.  Habiendose completado los trabajos a nivel diocesano el 29 de octubre de 2005, ha pasado a la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos.

Con ella empieza una nueva “generación” de hijos de la Luz –le dice Jesús–, “los hijos de su Divina Voluntad”. Con ella comienza una “cadena de amor”, una cadena de almas llamadas a vivir en la Divina Voluntad: “En todas las santidades han habido siempre santos que han sido los primeros en dar comienzo a una especie de santidad; de manera que hubo el santo que empezó la santidad de los penitentes, otro que empezó la de la obediencia, otro la de la humildad, y así de todas las demás santidades. Ahora el comienzo de la santidad del vivir en mi Querer quiero que seas tú  (27 de Noviembre 1917).

San Anibal M. Di FranciaEn su hermoso testimonio, San Anibal M. Di Francia ha escrito: “Nuestro Señor, que de siglo en siglo acrecienta cada vez más las maravillas de su Amor, parece que de esta virgen, que El llama la más pequeña que ha encontrado en la tierra, carente de toda instrucción, haya querido formar un instrumento apto para una misión tan sublime, que ninguna otra se le pueda comparar, o sea, el triunfo de la Divina Voluntad en el mundo entero, conforme a cuanto decimos en el Padrenuestro: Fiat Voluntas tua, sicut in coelo et in terra”.

Jesús mismo le dijo: “Tu misión es grande, porque no se trata sólo de la santidad personal, sino de abrazar todo y a todos y preparar el Reino  de mi Voluntad a las generaciones humanas.

¿Qué ha escrito Luisa? ¿Cuales son sus escritos?

Luisa no era una persona instruida, había ido a la escuela sólo uno o tal vez dos años; pero por obediencia a sus Confesores tuvo que escribir todo lo que ella vivía de un modo extraordinario. Así escribió 36 gruesos cuadernos o Volúmenes en forma de diario, que Jesús ha escrito —dice El— “con su dedo de luz en el fondo de su alma”, y luego Luisa ha escrito en el papel.

Esos escritos maravillosos han sido titulados por su Autor, que es el Señor: “El Reino de mi Divina Voluntad en la criatura —Libro de Cielo— El llamado a la criatura al orden, a su puesto y a la finalidad para la que fue creada por Dios”.

Luisa escribió también “Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo”, la “Piadosa Peregrinación del alma en la Divina Voluntad” y “La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad”.

Sus escritos nos presentan y nos ofrecen todo el dolor y el Amor de Nuestro Señor, y con él el Don de los dones, el Don supremo de su Querer, para que, como es Vida de Dios, así sea vida de sus hijos (el Reino de Dios que la Iglesia invoca y al cual se prepara: que la Divina Voluntad sea en la tierra lo que es en el Cielo). Todo esto a través de la vida inmolada de Luisa.

Lo que ha escrito no es fruto de la cultura o del arte de un escritor, de un deseo de dar a conocer sus propias visiones  o revelaciones, no procede de un misticismo falso y peligroso, sino de la “Señora Obediencia”, come ella la llama. Solamente después de muchos años se rindió a la idea de que sus escritos fueran publicados por los Sacerdotes encargados, en primer lugar San Aníbal María Di Francia, que los aprobó como Censor eclesiástico.

¿Cuál es la esencia de su mensaje?

Respuesta de Jesús: “Gracia más grande no podría conceder en estos tiempos tan tormentosos y de carrera desenfrenada hacia el mal, que hacer saber que quiero conceder el gran Don del Reino del Fiat Supremo”.

Exactamente se trata del cumplimiento de ese Reino que invocamos en el Padrenuestro: su Voluntad, a partir de Luisa, se ha de cumplir de un modo nuevo en la tierra, de la misma manera que se cumple en el Cielo, donde es la fuente de todos los bienes y felicidad, donde es la Vida de Dios y de sus hijos.

Por tanto, el punto de partida del gran Mensaje Ntro. Señor lo expresa diciendo: “Vengo a quedarme con vosotros para hacer vida juntos y vivir con una sola Voluntad, con un solo Amor”.

Entonces, ¿cuál es precisamente la novedad en lo que escribe?

Responde el Señor: “Hija mía, no se quiere entender: vivir en mi Voluntad es reinar, hacer mi Voluntad es estar a mis órdenes. Lo primero es poseer, lo segundo es recibir mis órdenes y cumplirlas. Vivir en mi Querer es considerar mi Voluntad como cosa propia, es disponer de Ella. Hacer mi Voluntad es considerarla como Voluntad de Dios, no como algo propio, ni poder disponer de Ella como se desea. Vivir en mi Voluntad es vivir con una sola Voluntad, que es precisamente la de Dios…

Vivir en mi Voluntad es vivir como hijo; hacer mi Voluntad es vivir como siervo. En el primer caso, lo que es del Padre es del hijo… Y luego, ésto es un don que quiero dar en estos tiempos tan tristes, que no sólo hagan mi Voluntad, sino que la posean. ¿Acaso no soy Yo dueño de dar lo que quiero, cuando quiero y a quien quiero?… No te extrañes si ves que no entienden. Para entender deberían disponerse al más grande de los sacrificios, como es el no dar vida, aun en las cosas santas, a la propia voluntad. Entonces sentirían qué cosa es poseer la Mía y tocarían con la mano lo que significa vivir en mi Querer”… (18-09-1924)