Preparación a la Comunión con la Reina del Cielo
De los Escritos de Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”:
Madre Celestial, vengo a tus rodillas maternas para pedirte ayuda y piedad. Oye, Mamá dulcísima, esta mañana quiero ir a recibir a Jesús en la Eucaristía, pero me veo tan indigna, tan llena de miserias y de frialdad, que me siento temblar. Mi pequeña alma está herida por tantas culpas; densas tinieblas me rodean; ¿cómo voy a poder ir a Jesús? ¡Oh, cuando venga a mí quedará horrorizado al ver mis tantos pecados! Y si su Amor, a pesar de todo, Lo obliga a tomar posesión de mi pobre corazón, El no será felíz, ni hallará en mí sus gozos divinos, porque no se sentirá recompensado de la larga espera de toda la noche, durante la cual ha suspirado el instante en que poder unirse con su mísera criatura.
Madre amada, ¿quién podrá prepararme a hacer un acto tan santo, tan grande, como es recibir a Jesús, mi Amor? ¿A quién podré encomendarme, si no a Tí que tanto me amas y tanto deseas que mi Soberano Jesús no encuentre amarguras, sino delicias, descendiendo a mi corazón? Por eso me entrego a tu amor materno. Mírame, Madre mía, y ten compasión de mí. Prepárame Tú misma a recibir a Jesús: antes de que El descienda a mí, visita a mi alma, tómala entre tus manos, sana las heridas de mis culpas al contacto con tus dedos maternos, extiende el Cielo del Querer Divino en mí y con tu mirada refulgente de luz pon en fuga las tinieblas. No me digas, Mamá, que pido demasiado; se trata de recibir a Jesús lo menos indignamente posible, que sea de su agrado, y sobretodo, que no se añadan otras amarguras a las que ya por desgracia sufre.
Por tanto baja, te ruego, tus manos maternas hasta el fondo de mis miserias y de mi extrema frialdad, extirpa esos males y en su lugar imprime el orden de tus santas virtudes, de tu ardiente amor. Tú que eres la depositaria de la Vida de mi Sumo Bien Jesús, pon en mi corazón los méritos suyos y tuyos, sus penas y tus dolores, es decir, todo lo que os pertenece; así El, cuando baje a mí, encontrando el cortejo de tus obras y las suyas, tendrá una alegría más grande. Sintiendose felíz, se quedará para siempre en mí y yo nunca más me quedaré privada de El.
Mamá santa, apresúrate a prepararme y llévame en tus brazos. Yo no sé ir sin Tí; por eso, acompáñame enseguida, porque Jesús ya me espera y me llama… ¡Jesús, aquí me tienes, aquí estoy con la Mamá tuya y mía; ven, ven!
Acción de gracias después de la Comunión
- Jesús, te doy tu Amor, para confortarte en tus amarguras.
- Te doy tu Corazón, para confortarte por nuestras frialdades, incorrespondencias, ingratitudes y poco amor de tus criaturas.
- Te doy tus armonías, para consolar tus oídos de los gritos ensordecedores de las blasfemias.
- Te doy tu belleza, para consolarte de las fealdades de nuestras almas cuando nos enfangamos en la culpa.
- Te doy tu pureza, para consolarte de las faltas de recta intención y del fango y podredumbre que ves en tantas almas.
- Te doy tu inmensidad, para consolarte de las voluntarias estrecheces en que se meten las almas.
- Te doy tu ardor, para quemar todos los pecados y todos los corazones, para que todos te amen y ninguno vuelva a ofenderte.
- Te doy todo lo que eres Tú, para darte satisfacción infinita, amor eterno, inmenso e infinito.
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