Para hacer la Redención Jesús necesitó una Madre Virgen en la que reinase la Divina Voluntad
De los Escritos de Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”:
Jesús a Luisa: “Hija mía, todo estaba establecido, la época y el tiempo, tanto de la Redención como el de dar a conocer mi Voluntad sobre la tierra para que reine. Estaba establecido que mi Redención tenía que servir como medio y ayuda. Ella no había sido el principio del hombre, sino que surgió como medio despues de que el hombre se alejó de su principio. Por el contrario, mi Voluntad fue el principio del hombre y el fin en el que se ha de encerrar. Todas las cosas tienen su principio a partir de mi Voluntad y todo debe volver a Ella, y si no todas en el tiempo, en la eternidad nadie se le podrá escapar, por lo cual, también por este motivo, el primado es siempre de mi Voluntad.
Pues bien, para formar la Redención Yo tenía necesidad de una Madre Virgen, concebida sin la sombra de la mancha original, pues teniendo que vestirme de humana carne, era decoroso para Mí, Verbo Eterno, que no recibiera una sangre infecta para formar mi Stma. Humanidad.
Ahora, para hacer conocer mi Voluntad para que reine, no hace falta que Yo Me forme una segunda madre según el orden natural, sino más bien Me hace falta una segunda madre según el orden de la gracia, pues para hacer que reine mi Voluntad no necesito otra Humanidad, sino dar tales conocimientos de Ella, que las criaturas, atraídas por sus prodigios, por su belleza y santidad y por el bien grandísimo que deriva para ellas, puedan con todo amor someterse a su dominio. Por eso, eligiéndote para la misión de mi Querer, según el orden natural te he tomado de la estirpe común, pero por decoro de mi Voluntad, según el orden de la gracia, Te tenía que elevar tanto, que en tu alma no quedara ninguna sombra infecta, por la cual mi Voluntad pudiera sentir repugnancia a reinar en tí.
Como hacía falta la sangre pura de la Virgen Inmaculada para formar mi Humanidad, para poder redimir al hombre, así hacía falta la pureza, el candor, la santidad, la belleza de tu alma para poder formar en tí la Vida de mi Voluntad. Y como con haber formado mi Humanidad en el seno della mi Madre, esta Humanidad se dió a todos –se entiende, a aquellos que Me quieren– como medio de salvación, de luz, de santidad, así esta vida de mi Voluntad formada en tí se dará a todos, para darse a conocer y tomar su dominio. Si hubiese querido liberarte de la mancha de origen, como a mi Madre Celestial, para hacer que mi Voluntad tuviese vida en tí, nadie se habría procupado de que mi Querer reinase en él; habrían dicho: «Hace falta ser una segunda madre de Jesús, tener sus privilegios, para hacer que reine la vida de la Voluntad Suprema en nosotros». Por el contrario, conociendo que eres una de su estirpe, concebida como ellos, queriéndolo, también ellos con la ayuda de su buena voluntad podrán conocer la Voluntad Suprema, lo que tienen que hacer para que reine en ellos, el bien que supone para ellos, la felicidad terrestre y celestial preparada de modo diferente para los que hagan reinar mi Voluntad…” (19°,6-6-1926)
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