María era la más santa entre todas las criaturas, y su santidad era del todo semejante a la Santidad de su Creador
De los Escritos de Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”:
La Stma. Virgen es la recién nacida de la Divina Voluntad en el tiempo: por eso hizo todo y obtuvo todo.
Jesús dice a Luisa: “Hija mía, no te extrañe si te digo que eres la recién nacida de mi Voluntad. Has de saber que mi misma Madre Inmaculada es la recién nacida de mi Voluntad, porque comparando lo que es el Creador y lo que es y puede tomar de Dios la creatura, se puede decir que es una pequeña recién nacida, y por ser la recién nacida de mi Voluntad, se formó a semejanza de su Creador y pudo ser Reina de toda la Creación y como Reina dominaba todo y su eco correspondía bien al eco de la Divina Voluntad. Y no sólo la Celestial Soberana, sino todos los Santos, Angeles y bienaventurados se puede decir que son apenas recién nacidos en el Eterno Querer, pues apenas el alma sale del cuerpo mortal, renace en mi Voluntad; y si no renace en Ella no sólo no puede entrar en la Patria Celestial, pero ni siquiera salvarse, porque en la eterna gloria nadie entra si no ha nacido de mi Voluntad. Sin embargo he de decirte la gran diferencia que hay entre quien es recién nacido en la Suprema Voluntad en el tiempo y los que renacen a las puertas de la Eternidad.
Un ejemplo es mi Madre y Reina, que fue la recién nacida de la Divina Voluntad en el tiempo, y siendo recién nacida tuvo el poder de hacer que su Creador bajase a la tierra, y mientras era inmenso, Lo encerraba en su seno materno, para vestirlo de su misma naturaleza y darlo como Salvador de las generaciones humanas. Ella, al ser la recién nacida, formó mares de gracias, de luz, de santidad, de conocimiento, en los que poder contener a Aquel que La había creado. Con la potencia de la Vida de la Suprema Voluntad que poseía, pudo hacer todo e impetrar todo, y el mismo Dios no podía negarse a lo que pedía esta Celestial Criatura, porque lo que pedía era lo que su mismo Querer pedía, al cual nada podía ni debía negar…” (19°, 14-3-1926)
María fue concebida Inmaculada y Llena de Gracia porque tenía que ser la Madre de Dios.
“Hija mía, mi Madre fue concebida sin mancha original para poder impetrar al suspirado Redentor, pues era justo y decoroso que en quien tenía que ser mi Madre, ni siquiera el gérmen de la culpa hubiera tenido jamás existencia, y tenía que ser la más noble, la más santa entre todas las criaturas, pero con una nobleza divina y una santidad del todo semejante a su Creador, para poder encontrar en Ella tanta gracia y capacidad, que pudiera concebir al Santo de los Santos, al Verbo Eterno. Muchas veces las criaturas también hacen ésto, que si tienen que conservar cosas preciosas y de gran valor, preparan recipientes limpísimos y d un valor equivalente a las cosas preciosas que se tienen que conservar en ellos. Pero si son cosas corrientes y de poco poco valor, se preparan vasijas de barro y de poquísimo valor, no se tiene el cuidado de tenerlas bajo llave como el recipiente limpísimo, sino que las tienen en cualquier sitio, de modo que de la preciosidad del recipiente y de como se tiene custodiado se puede saber si lo que contiene es algo precioso y de gran valor. Pues bien, teniendo Yo que recibir su sangre para ser concebido en su seno, era justo que tanto su alma como su cuerpo fueran limpísimos y que Ella fuera enriquecida con todas las gracias, privilegios y prerrogativas posibles e imaginables que Dios puede dar y que la criatura puede recibir…” (19°, 19-3-1926)
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