Luisa Piccarreta: origen y principio del verdadero Reino de la Divina Voluntad

“… Pero mi Querer y mi Amor no quieren estar solos en mis obras; quieren hacer otras imágenes semejantes a Mí, y habiendo salvado mi Humanidad la finalidad de la Creación, a causa de la ingratitud del hombre vi el fin de la Redención en peligro y casi inútil para muchos. Por tanto, para hacer que la Redención Me diera gloria completa y todos los derechos que se Me deben, tomé de la familia humana a otra creatura, que fue mi Madre, copia fiel de mi Vida, en quien mi Voluntad se conservaba íntegra, y puse en Ella todos los frutos de la Redención, de modo que puse a salvo el fin de la Creación y Redención; y mi Madre, aunque nadie se hubiera aprovechado de la Redención, Me habría dado Ella todo lo que las criaturas no Me hubiesen dado.

Ahora llego a tí. Yo era verdadero Dios y verdadero Hombre, mi Madre querida era inocente y santa y nuestro Amor nos llevó más lejos: queríamos otra criatura que, aun concebida como todos los demás hijos de los hombres, ocupase a mi lado el tercer puesto. No Mo acontentaba con que sólo mi Madre y Yo tuviéramos íntegra la Voluntad Divina; queríamos otros hijos que, en nombre de todos, viviendo en pleno acuerdo con nuestra Voluntad, Nos dieran gloria y amor divino por todos. Así que te llamé a tí desde la eternidad, cuando aún no existía nada acá abajo; y como soñaba con mi Mamá querida, deleitándome, acariciándola y derramando a torrentes sobre Ella todos los bienes de la Divinidad, así soñaba contigo, te acariciaba y los torrentes que llovían sobre mi Mamá te inundaban a tí, en la medida que podías contenerlos, te preparaban, te prevenían y, embelleciéndote, te daban la gracia de que mi Voluntad estuviera íntegra en tí y de que, no la tuya, sino la Mía animara hasta tus más pequeños actos. En cada acto tuyo corría mi Vida, mi Querer y todo mi Amor. ¡Qué contento! ¡Cuántas alegrías sentía! Por eso te digo que tú eres, después de mi Mamá, mi segundo apoyo. No Me apoyaba sobre tí, porque tú eres nada y no podía apoyarme, sino sobre mi Voluntad, que tú habías de contener. Mi Voluntad es Vida y el que la posee tiene la Vida y puede sostener al Autor de la Vida. Por tanto, así como establecí en Mí el fin de la Creación y en Mi Madre los frutos de la Redención, así en tí establecí la finalidad de la Gloria, como si en todos se hubiese conservado íntegro mi Querer, y aquella de quien ha de venir el grupo de las otras criaturas. No pasarán las generaciones, si no logro mi propósito”. (13°, 26- 11-1921)

Para que la Redención dé sus frutos, se debe conocer a María y lo que Dios ha hecho en Ella.

“… Ves, eso habría pasado en la Redención. Si mi Madre querida no hubiera querido hacer saber que era mi Madre, que Me había concebido en su seno virginal, que Me había alimentado con su leche, mi venida a la tierra, la Redención resultarían increíbles y nadie se sentiría movido a creer y a recibir los bienes que contiene la Redención, mientras que, con dar a conocer mi Madre quién era Ella, la exente de toda mancha, incluso original, un prodigio de la Gracia, y cómo Ella amó tiernamente como a hijos a todas las criaturas y por amor a ellas llegó a sacrificar la vida de su Hijo y Dios, la Redención tuvo mayor importancia, se hizo más accesible a la mente humana y formó el reino de la Redención con sus copiosos efectos. De modo que el inmiscuir a mi Madre en la obra de la Redención no fue sino dar mayor importancia al gran bien que vine a hacer en la tierra. Teniendo que ser Yo visible a todos, asumir humana carne, Me tenía que servir de una criatura de la raza humana, sublimándola sobre todos, para realizar mis altos designios. Ahora, si así fue para formar el reino de mi Redención sobre la tierra, así también, teniendo que formar el reino de mi Voluntad, es necesario que se conozca a otra criatura, en la que ha de tener origen y principio el verdadero reinar de mi Voluntad, quién sea ella, cuánto la he amado, cómo la he sacrificado por todos y por cada uno…, en una palabra, todo lo que mi Voluntad ha establecido y depositado en ella…” (16°, 4-12-1923)

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