Llamamiento materno de la Reina del Cielo

(Tomado de “La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad”, de Luisa Piccarreta, Corato 1930.)

Hija queridísima, siento la irresistible necesidad de bajar del Cielo para hacerte mis visitas maternas. Si tú me aseguras tu amor filial, tu fidelidad, Yo estaré siempre contigo en tu alma, para hacerte de maestra, modelo, ejemplo y Madre tiernísima.

Vengo a invitarte a que entres en el Reino de tu Mamá, es decir, en el Reino de la Divina Voluntad, y llamo a la puerta de tu corazón para que me abras… ¿Sabes? Con mis propias manos te traigo el regalo de este libro 1; te lo ofrezco con cariño materno, para que tú, a tu vez, leyendolo, aprendas a vivir de Cielo y no más de tierra.

Este libro es de oro, hija mía; este libro formará tu fortuna espiritual, tu felicidad también terrena. En él hallarás la fuente de todos los bienes: si eres débil recibirás la fuerza; si eres tentada alcanzarás la victoria; si has caído en la culpa encontrarás la mano piadosa y potente que te levantará; si te sientes afligida hallarás el consuelo; si te sientes fría tendrás el medio seguro para calentarte; si tienes hambre, gustarás el alimento exquisito de la Divina Voluntad. Con él no te faltará nada, ya no estarás sola, porque tu Mamá te tendrá dulce compañía y con todos sus cuidados maternos se encargará de hacerte felíz. Yo, la Emperadora Celestial, me ocuparé de todas tus necesidades, con tal de que tú consientas vivir unida a mí.

¡Si tú supieras mis ansias, mis suspiros ardientes y también las lágrimas que derramo por mis hijos! ¡Si tú supieras cómo ardo de deseo de que tú escuches mis lecciones, todas de Cielo, y aprendas a vivir de Voluntad Divina!

En este libro tú verás maravillas: encontrarás una Madre que te ama tanto, que ha sacrificado a su amado Hijo por tí, para poder hacerte que vivas de esa misma vida de la que ella misma vivió estando en la tierra.

¡Ah, no me des ese dolor, no me rechaces; acepta este regalo del Cielo que te traigo; acoge mi visita, mis lecciones…!

Has de saber que Yo recorreré todo el mundo, iré a cada individuo, a todas las familias, a las comunidades religiosas, a cada nación, en todos los pueblos, y si hace falta seguiré yendo siglos enteros, hasta que no haya formado como Reina a mi pueblo y como Madre a mis hijos, para que conozcan y hagan reinar por todas partes la Divina Voluntad.

Aquí tienes explicada la finalidad de este libro. Aquellos que lo acogerán con amor serán los primeros afortunados hijos que pertenecerán al Reino del Fiat Divino, y Yo con letras de oro escribiré sus nombres en mi materno corazón.

¿Ves, hija mía? Ese mismo amor infinito de Dios que en la Redención se quiso servir de Mí para hacer bajar el Verbo Eterno a la tierra, me llama otra vez a que actúe y me encomienda la fatigosa tarea, el sublime mandato, de formar en la tierra los hijos del Reino de su Divina Voluntad. Maternamente presurosa me pongo por tanto a la obra y te preparo el camino que te deberá conducir a este Reino felíz.

Con este fin te daré sublimes lecciones de Cielo y después te enseñaré especiales y nuevas oraciones, mediante las cuales comprometerás el cielo, el sol, la creación, mi misma vida y la vida de mi Hijo, todos los actos de los santos, para que en nombre tuyo pidan el Reino adorable del Querer Divino. Esas oraciones son las más potentes, porque comprometen el mismo acto divino. Por medio de ellas Dios se sentirá desarmado y vencido por la criatura. Con la fuerza de este medio tú apresurarás la venida de su Reino felicísimo y conmigo obtendrás que la Divina Voluntad se haga así en la tierra como en el Cielo, conforme al deseo del Maestro Divino.

Animo, hija mía; hazme contenta y Yo te bendeciré.

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