Las oraciones más potentes ante el Corazón de Jesús
La oración divina de quien vive en el Querer Divino.
“Hija mía, la oración es música a mis oídos, especialmente cuando un alma se ha uniformado a mi Voluntad, de tal modo que en todo su interior no se ve más un continuo acto de vida de Voluntad Divina. Esa alma es como si fuera otro Dios que saliera y que me tocara esa música. ¡Oh, qué agradable! Hallando quien me corresponde a la par, puede darme honores divinos. Sólo quien vive en mi Querer puede llegar a tanto, porque todas las demás almas, aunque hicieran y rezaran mucho, harían siempre cosas y oraciones humanas, no divinas; por tanto, no tienen esa fuerza y ese atractivo a mi oído”. (Vol. 6°, 6.1.1906).
Eficacia de la oración.
Encontrándome en mi habitual estado, por breve tiempo he visto el bendito y le pedía por mí y por otras personas; pero con cierta dificultad, fuera de mi costumbre, como si no hubiera podido obtener tanto como si huniera pedido sólo por mí. Y el buen Jesús me ha dicho: “Hija mía, la oración es un punto solo y, siendo un punto, puede agarrar al mismo tiempo los demás puntos; así que tanto puede obtener si pide sólo para sí, como si pide por los demás: una es su eficacia”. (Vol. 7°, 30.5.1907).
Reparaciones completas, acción de gracias y amor en nombre.de todos y en cada cosa, cuando se entra en el Divino Querer .
Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido y me ha transformado toda en El, y luego me ha dicho: “Hija mía, derrámate en mi Querer para darme reparaciones completas. Mi Amor siente una necesidad irresistible; ante tantas ofensas de las criaturas quiere por lo menos una que, interponiéndose entre ellas y Yo, me dé reparaciones completas y amor por todos, y que obtenga de Mí gracias para todos. Y eso lo puedes hacer sólo en mi Querer, en el cual me hallarás a Mí y a todas las criaturas. ¡Oh, con qué deseos estoy esperando que entres en mi Querer, para poder hallar en tí las complacencias y las reparaciones de todos! Sólo en mi Querer encontrarás todas las cosas en acto, porque Yo soy motor, actor y espectador de todo”.
Entonces, mientras decía eso, me he derramado en su Querer, ¿pero quién puede decir lo que veía? Me hallaba en contacto con cada pensamiento de las criaturas, cuya vida venía de Dios; en contacto con cada pensamiento, y yo, en su Querer, me multiplicaba en cada uno y con la Santidad de su Querer reparaba todo, decía “gracias” por todos y daba amor por todos; y así me multiplicaba en las miradas, en las palabras y en todo lo demás… ¿Pero quién puede decir cómo sucedía? Me faltan las palabras, y tal vez balbucearían las mismas lenguas de los ángeles; por eso hago punto. Así que he pasado toda la noche con Jesús en su Querer.
Después he visto a mi lado a la Reina y Mamá, y me ha dicho: “Hija mía, reza”.
Y yo: “Mamá mía, recemos juntas, porque yo sola no sé rezar”.
Y Ella ha añadido: “Las oraciones más potentes ante el Corazón de mi Hijo y que más Lo enternecen son vestirse la criatura con todo lo que El mismo hizo y sufrió, habiendo dado todo a la criatura. Por tanto, hija mía, ciñe tu cabeza con las espinas de Jesús, pon sus lágrimas en tus ojos, impregna tu lengua con su amargura, viste tu alma con su Sangre, adórnate con sus llagas, traspasa tus manos y tus pies con sus clavos y como otro Cristo preséntate ante su Divina Majestad. Ese espectáculo Lo conmoverá tanto que no sabrá negar nada al alma vestida con sus mismos distintivos. Pero, ¡oh, qué poco saben servirse las criaturas de los dones que mi Hijo les ha dado! Esas eran mis plegarias en la tierra y lo siguen siendo en el Cielo”.
Así pues, juntas nos hemos vestido con los distintivos de Jesús y juntas nos hemos presentado ante el Trono Divino, cosa que conmovía a todos; los Angeles nos abrían camino y quedaban como sorprendidos… Yo le he dado las gracias a la Mamá y me he hallado en mí misma. (Vol. 11°, 15.6.1916).
Oración con Jesús en la Divina Voluntad.
“Hija mía, oremos juntos. Hay ciertos tiempos tristes en que mi Justicia, no pudiendo contenerse por los males de las criaturas, quisiera inundar la tierra con nuevos flagelos y por eso es necesaria la oración en mi Voluntad, que, extendiéndose sobre todos, se pone como defensa de las criaturas y con su potencia impide que mi Justicia se acerque a las criaturas para golpearlas”.
¡Qué hermoso y conmovedor era oir rezar a Jesús! Y como Lo estaba acompañando en el doloroso misterio de la Flagelación, se dejaba ver chorreando sangre, y oía que decía… (Vol. 17°, 1.7.1924).
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