Jesús y María adquirieron en sus privaciones todos los bienes para poder darlos a todos
Jesús y María adquirieron en sus privaciones todos los bienes para poder darlos a todos.
“… Ah, hija mía, para tomar plena posesión de mi Voluntad tienes que reunir en tí todos los estados de ánimo de todas las criaturas, y al pasar por un estado de ánimo, así adquieres su dominio. Eso ocurrió en mi Madre y en mi misma Humanidad. ¿Cuántas penas, cuántos estados de ánimo había en Nosotros? Mi Madre querida tantas veces permanecía en el estado de pura fe, y mi gimiente Humanidad quedaba como aplastada bajo el peso enorme de todos los pecados y las penas de todas las criaturas; pero mientras sufría Me quedaba con el dominio de todos los bienes opuestos a aquellos pecados y penas de las criaturas, y mi Madre querida quedaba como Reina de la fe, de la esperanza y del amor, dominadora de la luz, para poder dar fe, esperanza, amor y luz a todos. Para dar hacer falta poseer y para poseer es necesario reunir en sí esas penas, y con la resignación y con el amor convertir las penas en bienes, las tinieblas en luz, las frialdades en fuego.
Mi Voluntad es plenitud y quien ha de vivir en Ella debe entrar con el dominio de todos los bienes posibles e imaginables, en la medida de lo posible a una criatura. ¿Cuántos bienes puedo acaso dar a todos y cuántos puede dar mi inseparable Mamá por haber sufrido todo? (Y si no damos más es porque no hay quien los tome). Y mientras estábamos en la tierra nuestra morada estaba en la plenitud de la Divina Voluntad…” (15°, 23-5-1923)
María, criatura única, en quien estan todos los bienes de la Redención, fue siempre custodiada.
“Hija mía, cuanto más grande es la obra que quiero hacer, tanto más necesario es que sea única y singular la criatura que elijo. La obra de la Redención era la más grande y elegí para ella una sola criatura, dotándola de todos los dones, jamás concedidos a nadie, para hacer que poseyera tanta Gracia que pudiese hacerme de Madre y que Yo pudiera depositar en Ella todos los bienes de la Redención; y para custodiar mis mismos dones, desde que fue concebida hasta que Me concibió, la tuve eclipsada en la Luz de la Stma. Trinidad, la Cual la custodiaba y tenía el cuidado de dirigirla en todo. Cuando después Yo quedé concebido en su seno virginal, siendo Yo la verdadera cabeza y el primero de todos los Sacerdotes, asumí Yo el cuidado de custodiarla y dirigirla en todo, hasta en el movimiento de su palpitar; y al morir Yo la encomendé a otro Sacerdote, que fue San Juan. Un alma tan privilegiada, que contenía todas las gracias, única en la Mente Divina, única en la historia, no quise dejarla hasta su último respiro sin la asistencia de un representante mío. ¿Acaso he hecho eso con otras almas? No, porque no poseyendo tantos bienes, dones y gracias, no hacía falta tanto cuidado y asistencia…” (15°, 11-7-1923)
En María estan depositados todos los bienes y la misma Vida divina, para darse a todos.
“Hija mía, así hice en la Encarnación: primero puse en mi Mamá querida todos los bienes que convenían para poder bajar del Cielo a la tierra, y luego Me encarné e hice el depósito de mi misma vida. De mi Mamá salió este depósito como vida di todos. Así será de mi Voluntad…” (16°, 27-7-1923)
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