Está decretado el Reino de la Divina Voluntad por medio de dos vírgenes; por la primera vino la Redención, por la segunda ha de venir el Reino
De los Escritos de Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”:
“…Estaba pensando: “Si Jesús tanto quiere que este modo de vivir en el Divino Querer sea conocido, debiendo ser una nueva época que ha de traer tanto bien, que supere los mismos bienes de su Redención, podría hablarle al Papa, que como cabeza de la Iglesia, teniendo la autoridad, podría influir enseguida sobre los miembros de toda la Iglesia al hacer conocer esta doctrina celestial y traer este gran bien a las generaciones humanas, o a alguna persona importante. A ellos les sería más fácil, pero yo, pobre ignorante, desconocida, ¿cómo podré hacer que se conozca este gran bien?”
Y Jesús, suspirando y estrechandome más fuerte a El, me ha dicho: “Hija queridísima de mi Supremo Querer, Yo acostumbro a hacer mis obras más grandes en almas vírgenes y desconocidas, y no sólo vírgenes de naturaleza, sino vírgenes de afectos, de corazón, de pensamientos, porque la verdadera virginidad es la sombra divina y Yo sólo a mi sombra puedo fecundar mis obras más grandes. También en los tiempos en que vine a redimir había pontífices, autoridades, pero no me dirigí a ellos porque mi sombra no estaba.
Por eso elegí a una Virgen desconocida a todos, pero bien conocida por Mí, y si la verdadera virginidad es mi sombra, el elegirla desconocida era por el celo divino, que queriendola toda para Mí la hacía ser desconocida para todos los demás; pero a pesar de que esta Virgen celestial fuese desconocida, Yo me hice conocer, abriendome camino para hacer conocer a todos la Redención. Cuanto más grande es la obra que quiero hacer, tanto más voy cubriendo el alma con la superficie de las cosas más comunes. Ahora, con las personas que tú dices, el celo divino, siendo personas conocidas, no podría mantener su vigilancia, y la sombra divina, oh, ¡qué dificil es encontrarla!
Y además, Yo elijo a quien me parece. Está decretado que dos vírgenes han de venir en ayuda de la humanidad: una para hacer salvar al hombre, la otra para hacer reinar mi Voluntad en la tierra, para dar al hombre su felicidad terrena, para unir las dos voluntades, la Divina y la humana, y hacerlas una sola, para que el fin de la creación del hombre tenga pleno cumplimiento. Ya me encargaré Yo de abrirme camino para hacer que se conozca lo que quiero. Lo que más me interesa es tener la primera criatura en la que poner, como en su centro, este Querer mío y que tenga vida en ella en la tierra como en el Cielo; lo demás vendrá por sí solo.
Por eso te digo siempre: sigue tu vuelo en mi Querer, porque la voluntad humana tiene debilidades, pasiones, miserias, que son velos que impiden entrar en el Querer Eterno, y si son pecados graves, son barricadas que se forman entre uno y otro, y si mi Fiat «así en la tierra como en el Cielo» no reina en la tierra, es precisamente por eso por lo que está impedido. Así que a tí se te da poder romper esos velos, derribar esas
barricadas y hacer de todos los actos humanos como un solo acto en la potencia de mi Querer, arrollando a todos y trayendolos a los pies de mi Padre Celestial, como besados e sellados por su mismo Querer, así que viendo que una criatura ha cubierto toda la familia humana con su Voluntad, atraído, complacido, por medio de ella haga bajar su Voluntad a la tierra, para hacerla reinar en la tierra como en el Cielo.” (20.04.1923)
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