Es necesario que se conozca la Divina Voluntad y nadie podrá ocultarla ni impedir su triunfo
Es necesario que se conozca la Divina Voluntad y aquella por medio de la cual ha comenzado este gran bien, porque Dios quiere su Reino
De los Escritos de Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”:
“…Quieres que hable de mi Voluntad y que la haga conocer, y quien debe ser el canal, la portavoz, el instrumento para darla a conocer ¿no debe existir? Si todo ésto tuviera que quedar entre tú y Yo, tal vez podría ser; pero como quiero que mi Voluntad tenga su Reino y el Reino no se forma con una sola persona, sino con muchas y de diferentes condiciones, por eso es necesario que se conozca no sólo mi Voluntad, los bienes que contiene, la dignidad de quienes quieran vivir en este Reino, el bien, la felicidad, el orden, la armonía que cada uno poseerá, sino también aquella que mi bondad ha elegido como origen y principio de semejante bien. Al mezclarte a tí con mi Voluntad, al elevarte sobre todas las cosas de la Creación, no hago más que dar mayor importancia, elevar más, dar mayor peso a mi Voluntad.
(…) Tú, al decir que no quieres ser mezclada con mi Voluntad, quisieras el Reino sin el rey, la ciencia sin el maestro, las posesiones sin el dueño. ¿Qué sería de eseo Reino, de esa ciencia, de esas posesiones? ¡Cuántos desórdenes habría, cuántas ruinas! Y Yo no sé hacer cosas desordenadas, al contrario, lo primero en Mí es el orden…” (04.12.1923)
Es necesario que se conozca la Divina Voluntad; nadie podrá ocultarla ni impedir su triunfo
Estaba yo pensando a ciertas cosas sobre la Voluntad de Dios que el buen Jesús me había dicho y que las han publicado, y por consiguiente van a manos de quien quiere leerlas. Sentía tanta vergüenza en mí, que me daba una pena indecible, y decía: “Amado Bien mío, ¿cómo lo has permitido? Nuestros secretos, que por obediencia he escrito y sólo por amor tuyo, ya estan a la vista de los demás, y si seguirán publicando otras cosas, me moriré de vergüenza y de pena…”
Pero mientras pensaba eso, mi dulce Jesús ha salido de mi interior y poniendome una mano en la frente y la otra en la boca, como si quisiera detener los muchos pensamientos afligidos que me venían, me ha dicho:
“No son cosas tuyas, sino mías; es mi Voluntad que quiere formar su camino para hacerse conocer. Y mi Voluntad es más que el sol, y esconder la luz del sol es pretender demasiado y es del todo imposible; si la paran por un lado, supera el obstáculo que le ponen delante y, escapando por los otros lados, majestuosamente recorre su camino, dejando confundido a quien quisiera impedirle el paso, pues se la ve escapar por todas partes sin poder sujetarla. Se puede esconder una lámpara, pero nunca el sol. Así es mi Voluntad: es más que un sol, y quererla esconder tú te será imposible.
Por eso cálla, hija mía, y haz que el sol eterno de mi Voluntad siga su curso, ya sea por medio de los escritos, de su publicación, de tus palabras y de tu comportamiento. Haz que como luz escape y recorra todo el mundo. Yo lo suspiro, lo quiero. Y además, ¿qué gran cosa ha sido publicada de las verdades de mi Voluntad? Se puede decir que apenas los átomos de su luz; y si bien átomos, ¡si supieras el bien que hacen! ¿Qué será cuando, reunidas todas juntas las verdades que te he dicho de mi Voluntad, la fecundidad de su luz, los bienes que contiene, unito todo junto forme, no ya los átomos o el sol que nace, sino su pleno mediodía? ¿Cuánto bien no producirá ese Sol eterno en medio de las criaturas? Y tú y Yo seremos más felices, viendo mi Voluntad conocida y amada. Por eso déjame hacer”. (26.04.1925)
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