El amor de María supera el de todas las criaturas juntas
El “te amo” infinito entre Jesús y María.
Estaba meditando cuando la Mamá Reina daba el pecho al niño Jesús. Decía para mí: “¿Qué pasaría en ese acto entre la Stma. Madre y el pequeño Jesús?” En ese momento sentí que se movía en mi interior y que me decía: “Hija mía, cuando mamaba la leche al pecho de mi dulcísima Madre, juntamente con la leche mamaba el amor de su corazón, y era más amor que leche lo que mamaba; y sintiendo que en el acto de mamar me decía: «Te amo, te amo, oh Hijo», Yo le repetía a Ella: «Te amo, te amo, oh Mamá». Y no estaba solo en ésto; diciéndole “te amo”, el Padre y el Espíritu Santo, la Creación entera, los Angeles, los Santos, las estrellas, el sol, las gotas de agua, las plantas, las flores, los granitos de arena, todas las cosas corrían junto con mi “te amo” y repetían: «Te amamos, te amamos, oh Madre de nuestro Dios, en el amor de nuestro Creador».
Mi Madre veía todo eso, quedaba inundada de ese amor, no encontraba siquiera un pequeño espacio en que no sintiera que Yo la amaba; su amor se quedaba atrás y casi solo, y repetía: «Te amo, te amo», pero nunca podía igualarme, porque el amor de la criatura tiene sus límites, su tiempo, mientras que mi Amor es increado, interminable, eterno. Y eso le pasa a cada alma, cuando me dice “Te amo”, Yo también le repito “te amo”, y conmigo toda la Creación la está amando en mi amor. Oh, si las criaturas comprendieran cual bien, qué honor obtienen, aun con sólo decirme “Te amo”, bastaría eso sólo, que a su lado Dios les daría el honor de responderles: Yo también te amo.” (8°, 27-12-1908)
Jesús y María forman una sola cosa, un solo eslabón: María tiene el primado en el Amor.
Estaba diciéndole a mi dulce Jesús: “¿Será posible que yo sea el segundo eslabón de unión con tu Humanidad? Hay almas para Tí tan amadas, que yo no merezco estar bajo sus pies; y luego está tu inseparable Mamá, que ocupa el primer puesto en todo y sobre todos. Me parece, dulce Amor mío, que quieres bromear conmigo, y sin embargo me obliga la obediencia, con la más cruda amargura de mi alma, a poner eso por escrito. ¡Jesús mío, ten piedad de mi duro martirio!”
Mientras decía eso, mi dulce Jesús, acariciándome, me ha dicho: “Hija mía, ¿por qué te angustias? ¿No tengo tal vez por costumbre elegir de entre el polvo para hacer grandes portentos, prodigios de gracia? Todo el honor es mío, y cuanto más débil e ínfimo es quien Yo elijo, más quedo glorificado. Y luego, mi Mamá no está en la parte secundaria de mi Amor, de mi Querer, sino que forma un solo eslabón conmigo. También es cierto que tengo almas queridísimas, pero eso no quita que Yo pueda elegir a una más bien que a otra para una altura de oficio, y no sólo de oficio, sino para una altura de saltidad tal, como conviene al vivir en mi Querer…” (12°, 9-2-1919)
El amor de María supera el de todas las criaturas juntas, pues hizo encarnarse al Verbo en Ella.
“Hija mía, mi Mamá, con su amor, con sus plegarias y con su anonadamiento Me llamó, haciendo que viniera del Cielo a la tierra, a encarnarme en su seno. Tú, con tu amor y con perderte siempre en mi Querer, llamarás a mi Voluntad a que haga vida en tí sobre la tierra y luego Me darás vida en las demás criaturas. Sin embargo, has de saber que, habiéndome llamado mi Mamá del Cielo a la tierra, a su seno, hizo un acto único, que nunca más se repetirá, y Yo la enriquecí de todas las gracias, la doté de tanto amor que supera el amor de
todas las demás criaturas juntas, la hice ser la primera en los privilegios, en la gloria, en todo. Podría decir que el Eterno se redujo a un solo punto y se derramó enteramente en Ella a torrentes, a mares inmensos, tanto que todos quedan por debajo de Ella.
Tú, al llamar a mi Voluntad a que venga a tí, haces también un acto único; así que, per decoro de mi Voluntad que debe residir en tí, tengo que derramar en tí tanta gracia, tanto amor, que te haga superar todas las criaturas. Y como mi Voluntad tiene la supremacía sobre todo y es eterna, inmensa, infinita, a la creatura en que ha de tener principio y cumplimiento la vida de mi Voluntad, tengo que comunicársela, dotarla, enriquecerla con las mismas cualidades de mi Voluntad, dándole la supremacía sobre todo. Mi Eterno Querer tomará el pasado, el presente y el futuro, los reducirá a un solo punto y lo derramará en tí. Mi Voluntad es eterna y quiere tener vida donde halla lo eterno, es inmensa y quiere vida en la inmensidad, es infinita y quiere hallar la infinitud: ¿cómo puedo encontrar todo eso, si antes no lo pongo en tí?” (12°, 8-3-1921)
Prerogativas únicas de María, para poder encarnarse en Ella el Verbo.
“… Mi Voluntad nunca habría podido bajar de una forma singular y fuera de lo común a un alma, si ésta no tuviese sus prerrogativas únicas; como tampoco hubiera podido bajar Yo, Verbo Eterno, a mi Madre querida, si no hubiera tenido sus prerogativas singulares y el Soplo divino no hubiese soplado en Ella como para una nueva Creación, haciéndola admirable entre todos y superior a todas las cosas creadas…” (13°, 27-10-1921)
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