La Divina Voluntad es esencia de Dios, es la Fuente de todos sus Atributos, de su Amor, de su Vida y de sus obras

¿Qué somos nosotros?

“¡Qué gran amor nos ha tenido el Padre para que seamos llamados hijos de Dios, y lo seamos realmente! La razón por la que el mundo no nos conoce es porque no lo ha conocido a El. Amadísimos, nosotros desde ahora somos hijos de Dios, pero lo que seremos aún no ha sido revelado. Lo que sabemos es que cuando El se manifieste seremos semejantes a El, porque Lo veremos como El es”  (1ª Jn 3,1-3)

¿Qué es lo que anunciaba San Juan diciendo eso?

Que todavía tenía que ser revelada la Divina Voluntad en cuanto vida interior de Jesús, o sea, el “vivir en la Divina Voluntad”, para que sea nuestra vida, siguiendo el ejemplo y la doctrina espiritual de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta, mediante la cual en este tiempo histórico ha querido manifestarla.

Entonces, ¿qué es “vivir en la Divina Voluntad”?

Es tener como vida propia la misma Voluntad de Dios, como se conoce mediante los Escritos de Luisa Piccarreta. Esa fue la vida interior de Nuestro Señor Jesucristo y de María Stma., Madre suya y nuestra.

¿Quién es Luisa  Piccarreta?

La Sierva de Dios Luisa Piccarreta, “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”, es la criatura que el Señor ha escogido para dar comienzo en ella al cumplimiento de su ideal, de su Decreto eterno, y para hacer que se conozca en la Iglesia y en el mundo entero: que su Querer Divino sea en el hombre lo que es en Dios: su Vida, su Felicidad, la Fuente de la que brotan todas sus obras.

Luisa nació en Corato (Bari, Italia) el 23 de Abril de 1865; allí vivió siempre y allí murió el 4 de Marzo de 1947. La gente la recuerda todavía como “Luisa la Santa”. Su Causa de beatificación fue abierta en 1994. Muchos son sus testigos (entre ellos muchos sacerdotes y obispos, un cardenal e incluso un santo canonizado, San Anibal Maria Di Francia, que la trató durante 17 años, siendo el censor eclesiástico de sus escritos).

En pocas palabras, ¿cuál es el mensaje de Luisa?

Luisa puede decir las palabras del Señor: «Mi doctrina no es mía, sino de Aquel que me ha enviado. El que quiera hacer Su Voluntad, reconocerá si esta doctrina viene de Dios, o si Yo hablo por mi cuenta» (Jn 7,16-17). Y también estas otras que Jesús dijo a la samaritana: «Si tú conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú misma le habrías pedido y El te hubiera dado agua viva».   (Juan 4,10).

¿Y cuál es el don de Dios? No es un don cualquiera, no es ni siquiera una cosa espiritual, sino su misma Voluntad Divina omnipotente, eterna, santísima. Cumplir los Mandamientos, hacer lo que Dios quiere, aceptar resignados y con paz lo que Dios permite o dispone, todo eso es necesario para salvarnos, pero es demasiado poco para su Amor.

Un canto popular dice: “Dios se hizo como nosotros – para hacernos como El”. Dios quiere que seamos como El, a Su semejanza. Dios quiere que vivamos con El en perfecta comunión de vida, que podamos decir las mismas palabras de Jesús al Padre: «Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío» (Jn 17,10).

Dios quiere que amemos, que Lo amemos con su mismo Amor, para que no sea desproporcionada e injusta nuestra correspondencia de amor. Por eso, sabiendo Dios que nuestro “corazón” (nuestra voluntad) por sí solo no es capaz de amar de un modo divino, digno de Dios, ahora nos ofrece el don de su mismo “Corazón”, de su adorable Voluntad, el “Corazón” de las Tres Divinas Personas, para que vivamos con Ellos su Vida, tomemos parte en sus obras, amemos como Ellos aman.

Ahora el Señor te está diciendo: “Es demasiado poco que tú seas mi siervo, te quiero hacer luz de las naciones” (Isaías, 49,6)

Ahora el Señor te está diciendo: “Hijo mío, dame tu corazón, porque Yo quiero darte el Mío”.

Ahora el Señor te está diciendo: “Quiero darte mi Voluntad, para que sea en tí lo que es en Mí”.

Artículos que hablan de la vida en la Divina Voluntad

A continuación encontrará una lista de los últimos artículos que enseñan cómo vivir en la Divina Voluntad. Lo que Dios es por naturaleza lo quiere compartir con nosotros por gracia. Como se unen en una taza el café y el azucar, aun siendo dos cosas distintas, así nuestra voluntad y la Suya pueden unirse en un solo Querer. Debemos partir de la verdad y por tanto de la humildad (el lenguaje de Dios es el de la Verdad, con la gran pregunta que nos hace el Señor: “¿Quién soy Yo y quién eres tú? Míra mi Amor a tí: ¿dónde está tu amor a Mí?”).

Si queremos que la Voluntad Divina sea en nosotros la fuente de la vida, ante todo debemos saber suficientemente de qué se trata, qué es lo que queremos, qué cosa es: por lo tanto ‘saber’; y lo segundo es que debemos quitar el obstáculo, que es precisamente nuestro querer humano. Es lo que San Juan Bautista dijo: “Es necesario que El crezca y yo disminuya”. Sólo a medida que ‘morimos’ a nuestro querer humano (o sea, que no le damos vida por nuestra cuenta), podemos en cada momento llamar al Querer Divino a que viva y resucite en nosotros.

Si quieres conocer mejor qué es la vida en la Divina Voluntad, lee los siguientes artículos:

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